La noticia corrió como la pólvora, a pesar de que estaba ‘cantado’ a los cuatro vientos desde hacía semanas. El salto a Moto2 de Maverick Viñales y Luis Salom quedó escenificado por la escudería de Sito Pons el miércoles, al confirmar la presencia de los dos pilotos como sustitutos de Pol Espargaró y Tito Rabat. Ambos corredores aún deben demostrar en el actual campeonato de Moto3 que dicha elección no ha sido la equivocada. Lo paradójico del asunto es que ahora ambos son los máximos favoritos para alzarse con el título hasta que llegue la última carrera en Valencia, pero en un futuro a medio plazo serán compañeros de boxes que deberán trabajar juntos para llevar al máximo rendimiento las máquinas que les hagan debutar en la clase media.
Por ese motivo el GP de San Marino de este fin de semana se presenta para el catalán y el mallorquín más expectante de que lo podría parecer en un primer momento. Con 26 puntos de ventaja del balear sobre el gerundense y a falta de seis carreras para acabar este curso del motor, cada viraje y vuelta sabrá a derrota o victoria según convenga. Porque ambos profesionales no solo deberán luchar por el laurel de campeón mundial en su categoría. Ahora toca también demostrar a propios y extraño quién liderará el equipo la próxima temporada. La pregunta será si existirá lucha de egos para dos gallos en un corral tan importante como es Tuenti HP40, pero lo que sí es seguro es que aquel que llegue con el título bajo el brazo tendrá más papeletas para obtener mejores miradas entre bambalinas. Para ponerle más pimienta a esta lucha entre dos, todavía se meterá por medio un Álex Rins al que no le salieron del todo bien las cosas en Gran Bretaña y, sobre todo, en la penúltima cita en la República Checa, y ahora tiene una oportunidad de oro para acercarse al dueto de cabeza. También quiere levantar la mano cuando otro jefazo se interese por un aguerrido competidor para subirle de nivel.