Las dos victorias consecutivas en los últimos grandes premios de San Marino y en Silverstonede por parte de Jorge Lorenzo han abierto pequeñas fisuras dentro del carácter ganador del binomio Repsol-Honda. La buena maquinaria de la Yamaha, con sus nítidos aunque eficaces avances en la caja de cambios y la frescura con la que se desenvuelve el mallorquín dentro de las pistas más favorables a su manera de pilotar son factores interesantes para que en el otro equipo japonés líder del Mundial se pongan nerviosos. Solo un poco claro está. En la escudería del sol naciente poseen a su arma más poderosa y no es otra que el joven llamado a romper todos los récords habidos y por haber. Ese novato con valor de oro llamado Marc Márquez tiene en su poder cerrar casi de manera definitiva este Mundial antes de emprender vuelo hacia tierras lejanas de su hogar. Algunos dudan de que así será, pero los más allegados saben de lo que es capar un corredor al que la calculadora no le vale. Solo quiere correr, arriesgar y ganar.
En el Gran Premio de Aragón, Marc tendrá la oportunidad de estar a pocos kilómetros de su casa, sentir el aliento de sus rivales al mismo tiempo que escucha el griterío de ánimo de sus amigos y comprobar que la familia la tiene más cerca de lo que pudiera imaginar. Todo ello sumará para intentar volver a lo alto del cajón, algo que parecía de su propiedad en exclusiva a la vuelta de las mini vacaciones, pero que se ha visto interrumpido por el auge de un campeón que no quiere dejar de serlo. Sabe el catalán que ese es el motivo por el que tiene una diana pintada bajo su número ‘93’ de la buena suerte. Muchos son los que se niegan aún a verse relegados dentro de la historia del olvido por un chico con sonrisa de ángel que esconde una bala en la recámara cada vez que se sube a una moto. No solo deberá ocuparse durante su estancia en tierras españolas de Lorenzo, aquel al que saca 34 puntos, también deberá estar pendiente del compañero del balear. Un Valentino Rossi al que se la visto en las últimas participaciones recuperar aquellas sensaciones de buen pilotaje dadas por perdidas, toda vez que vuelve a redescubrir esa sintonía fantástica, bella y sumisa con el asfalto. La misma gravilla que parecía no querer amoldarse ya al mejor piloto de la historia, ahora se deja de nuevo a que le tomen el pulso y Rossi no quiere dejar de domarla para así ayudar a su amigo de boxes en su lucha con un molino de viento de Cervera.
Mirada de reojo a Dani
Como en todas las guerras, el soldado raso no debe preocuparse solo de quien tiene enfrente, también del fuego aliado. Márquez convierte en máxima, durante la previa del campeonato por la zona de Teruel, aquello de que a los amigos hay que tenerlos cerca, pero a los enemigos aún más. Dani Pedrosa es el mayor contrincante al que deberá enfrentarse en el regreso de las grandes cilindradas a España. Con los mismos 34 puntos de separación que Lorenzo, el natural de Castellar del Vallés tampoco da por perdida su batalla por la consecución de un nuevo laurel que lo vuelva a encumbrar como el mejor.
Tal apasionada batalla que se presenta debe tener el mejor escenario posible. Y no hay ninguno mejor en la actualidad que el paraíso del motor de Aragón. Conocido como ‘Motorland’, en Alcañiz, localidad donde está situado dicho circuito desde que entrara a formar parte del calendario de MotoGP en 2010, ya saben desde hace tiempo lo que es escuchar el rugido de motores por doquier. Bajo el influjo que dejaban en los 60 las carreras de Mónaco y de la Isla de Man o Montjüic, en Barcelona, el doctor Joaquín Repollés impulsó un acontecimiento que sirviera de colofón a las fiestas de la localidad durante 1965. Como homenaje a aquellas carreras en un casco urbano inverosímil, hoy, casi medio siglo después, sus herederos pueden ser testigos de otro evento sin parangón: la sentencia del Mundial por parte de un joven por cuyas venas corre la misma gasolina y pasión que tenía Repollés. Márquez quiere volver a acertar en el blanco y ganar.
