Se presenta uno de los mejores circuitos del Mundial y de los que más pasión despiertan tanto dentro como fuera de las pistas. Se trata del Gran Premio de España, que como siempre está representado por Jerez. Esa tierra que vio en su día al mítico Ayrton Senna ganar por 14 milésimas en 1986 o el mismo recinto que fue clave para que en 1997 se decidiera si el título del mundo iría para Michael Schumacher o Jacques Villeneuve. Pero los tiempos del ‘glamour’ que siempre depara la Fórmula 1 se marcharon por intereses más allá de lo que el olor a gasolina interesa al aficionado medio. Sí se quedaron las motos, con su mitología propia y la sensación de que las tierras gaditanas siempre deparan algo especial y único al espectáculo de las dos ruedas. Ese lugar fronterizo dentro de la singularidad andaluza donde aquel que sueña en forma de motocicleta tiene posibilidad de dejar escapar por un fin de semana su alma de loco espíritu aventurero.
Ahora llega como el tercer gran premio de la temporada, después de las emociones vividas en la mística Catar y la lejana Austin. Allí donde los españoles usurparon como caciques honestos los diferentes podios ante la perplejidad del mundo, donde vieron a una España referente en lo único que puede serlo: el deporte. Hasta en Estados Unidos ya saben situar en un mapa dónde está el país ibérico, sin necesidad de buscarlo en la Wikipedia. Jerez marcará el punto y seguido de un Mundial que ya ha dejado grandes dosis de placer y de tristezas, de sorpresas y hechos consumados. Entre las primeras está Marc Márquez, el joven prodigio, al que algunos ya apodan “Il talantino Due’, en clara referencia a su compañero de profesión y rival acérrimo Valentino Rossi. Porque es precisamente el segundo el que más ha confirmado que no es el que llegó a ser. Pero ahora el transalpino tiene la esperanza de demostrar por qué es el mejor piloto de la historia, en un recinto donde ha vencido hasta en ocho ocasiones. El más laureado bajo el sol andaluz de todos los que entrarán en liza a competir el domingo.
Bien es cierto que no todo es culpa del italiano, ya que su Yamaha ha demostrado ventajas e inconvenientes, siempre dependiendo del asfalto al que se enfrenta. Lo verbalizó su socio Jorge Lorenzo al admitir en pasadas ruedas de prensa que a esa moto que ambos intentan domar le vienen mejor aquellos trazados donde las curvas sean más prolongadas y eviten un aceleración rápida. Es ese el motivo por el que el balear tiene marcado en su calendario Jerez de la Frontera. No para darse un gusto con la manzanilla local ni hacer un escapada entre entreno y entreno hacia las playas vírgenes, que algunas quedan a pesar de la especulación inmobiliaria atroz de los últimos años. De eso ya hubo tiempo en pretemporada.
Es el lugar favorito de Lorenzo. La población lo recibe como ídolo de masas, tras ganar en cuatro ocasiones, dos en el medio litro y otras tantas en la máxima categoría. Solo la temporada pasada vio insatisfecha su relación pasional con Jerez. Casey Stoner venció en el último suspiro al español, que empezaba a consumar un nuevo título mundial. «Es una desventaja menor respecto a los rivales. La recta es más corta que la de Austin», matizó el Lorenzo en contraposición al análisis del asfalto que hizo Dani Pedrosa, al admitir que en la carrera se vería «más igualdad» con respecto a lo acaecido en Texas.
A quien no le preocupan los dimes y diretes sobre qué ventajas e inconvenientes presenta la peregrinación por Andalucía es a Marc Márquez. Él quiere disfrutar y tener los pies en el suelo tras tantos halagos una vez confirmado que será la revelación en la presente campaña. Aunque a nadie se le escapa que este circuito es una oportunidad para agrandar la leyenda. Puede romper tres nuevos récord de precocidad: lograr dos ‘poles’, dos victorias y tres podios de manera consecutiva siendo el más joven. Superaría, respectivamente, a Pedrosa, Spencer y Lorenzo. A este último le quitaría a su amante favorita, porque Jerez pertenecería para la historia al corazón del piloto de Cervera.