El terreno estaba allanado para un piloto con la lamentable lesión de Scott Redding, ahora urgido a reaparecer en Japón. Era el momento de Pol Espargaró, y todos los condicionantes estaban a su favor. Carrera al 'sprint' con apenas trece vueltas que le permitía tener una seguridad de la que 'Polyccio' ha adolecido en la mayoría de las carreras del año: la de saber que sus ruedas aguantarían.
En estas condiciones, y sin el británico, nada que no fuera la victoria dejaría contento al '40'. Los hechos corroboraron las sensaciones, y sólo Tomas Luthi amenazó la supremacía del piloto de Pons, dominador de principio a fin y nuevo líder de la categoría intermedia.
Tras él, quien sí desaprovechó la oportunidad fue Tito Rabat, a quien un error alejó de la cabeza y tuvo que conformarse con la octava plaza. También supo pescar en río revuelto Jordi Torres, que desde que triunfase en Alemania no se había vuelto a subir al cajón. Hasta el domingo, cuando realizó un gran esfuerzo físico y mental demostró que estará preparado para grandes cosas en 2014, año en el que el 'knee-ground', su gesto típico, se hará incluso más conocido.
Fue un fin de semana muy atípico y Moto2 no fue la excepción, sino la primera cilindrada en dar la voz de alarma. Mientras todos se vanagloriaban del excelente asfalto del circuito oceánico, en las 600 cc comenzaron a levantar la mano advirtiendo de que los neumáticos, en este caso Dunlop, no servían para nada. Ya que ellos no son MotoGP y no manejan grandes presupuestos, no disponen de dos motos para hacer cambios, por lo que la decisión tuvo que ser obligatoriamente la de una 'minicarrera', que a tres pruebas del Mundial obliga a las autoridades a tomar algún tipo de medida. Por menos, Michelín abandonó la Fórmula Uno.
Sea como fuere, las condiciones eran iguales para todos, y con el depósito medio vacío no había lugar ni para colocarse encima de la moto. Puro talento, puro Pol Espargaró, que si no está Redding en Motegi podría proclamarse campeón.