Lorenzo celebra su título en el podio de Australia./AFP
Poco, muy poco, queda ya de aquel niño rubio, huraño y descarado que debutó en el Mundial el 4 de mayo de 2002 en el circuito de Jerez, justo el día que cumplía 15 años. Solo una tremenda ambición de ganar, y una enorme seguridad en sí mismo, virtudes que ya tenía el Jorge Lorenzo que empezó en 125cc, y que mantiene intactas el recién coronado tretracampeón y primer español en ganar dos títulos de MotoGP. En sus diez años de andadura por el campeonato del mundo Jorge lo ha cambiado todo: estilo de pilotaje, gestión de carrera, entorno personal y profesional, trato con los rivales, e imagen pública. Y todo para mejor. Y ahora, aún en plena juventud (sólo tiene 25 años), Lorenzo goza de una madurez que le permite pisar con paso firme en la vida y, sobre todo, en los circuitos.
¿Cuál es el secreto de tamaña metamorfosis? La evolución ha estado marcada por algunos acontecimientos clave, sin duda (la degradación personal de su primer manager Dani Amatriaín, el hombre que llevó desde la Copa Aprilia hasta el equipo oficial Yamaha de MotoGP; o la grave lesión de hace un año en Australia, donde se mutiló un dedo de una mano), pero ha sido fruto, sobre todo, de su incansable voluntad por mejorar. Se apuntó a clases de teatro para mejorar su expresión en público, entrena a diario y cuida estrictamente su alimentación, y cuando ya había llegado a la cima entendió que, además de ser muy rápido, también tenía que ser seguro. "En 2009 aprendí que los campeonatos se ganan con constancia, porque Rossi me ganó básicamente porque cometí muchos errores, y las lesiones también me han hecho reflexionar: me he hecho mucho daño, he pasado muchas horas en el hospital, y después de perder un trozo de dedo el año pasado en Phillip Island me dije que no quería volver a pasar por eso".
El ejemplo de Alain Prost
Con los años, Lorenzo ha dejado de ser un piloto impulsivo, temerario a veces, a ser uno de los más preocupados por la seguridad de su deporte. Vivir de cerca las tragedias de Shoya Tomizawa y Marco Simoncelli le ha hecho tomar consciencia del alto riesgo que asumen los pilotos de motos, pero sin caer en un miedo que habría afectado a su velocidad. "Hace un par de meses ví un documental de Alain Prost -campeón francés de Fórmula 1 de los años 80- en el que decía una frase que me impactó: «Fui el primero que intentó ser competitivo, pero con la consciencia de dónde estaba el límite para no pasar por las desgracias que habían sufrido muchos compañeros de profesión", reveló Jorge tras coronarse en Phillip Island. "Hay que ir rápido pero sin lesionarse, ni cometer errores, ésa es la clave". Palabra de tretacampeón. Seis victorias, diez segundos puestos y un nuevo título de MotoGP le dan la razón.