Ficha técnica
Con su proverbial ironía el siempre malévolo Billy Wilder solía afirmar que si tuviera un hijo en los tiempos que corren y deseara hacer cine, le recomendaría que se dedicara a los efectos especiales. Sobre todo los de última generación, tal y como son utilizados en 'Gravity', del ambicioso director azteca Alfonso Cuarón, empeñado en realizar el más difícil todavía en relación con las técnicas más sofisticadas del sistema 3D, en detrimento de la descripción psicológica de los personajes. A partir de ahí, dos astronautas a la deriva en el espacio son los protagonistas de la débil trama, resuelta con toda la parafernalia industrial propia del caso.
Han pasado más de 100 años desde que el inventor Georges Méliès lanzara un hombre a la Luna. Después vendrían infinidad de títulos atiborrados de efectos especiales, unos más logrados que otros, empleando a fondo la 'back projection', el 'blue screen', el 'cache', el 'dunning', el 'dykstraflex', el 'mate painting', el 'showscam', el 'travelling matte' o el 'motion capture', hasta las virguerías técnicas de que hace gala de forma espectacular 'Gravity', a pesar de un guión con más agujeros negros que una región finita del espacio infinito.
Tampoco en los videojuegos se habla mucho y su éxito comercial está garantizado. Es, precisamente, lo que va a ocurrir con esta lujosa superproducción, donde la austera Sandra Bullock y el elegante George Clooney, embutidos en sus trajes espaciales, intentan sobrevivir en medio de un cosmos aterrador, hasta el previsible desenlace. Su trabajo interpretativo aparece supeditado en todo momento a la índole del relato, opresivo y asfixiante, en un registro similar, por poner un ejemplo, al de 'Xenogénesis', cortometraje dirigido por James Cameron en 1978. En resumidas cuentas, 'Gravity' es una invención virtuosa y deslumbrante; un escaparate comercial para una tienda celeste.