Leonardo DiCaprio deglutido por una orgía de dinero, sexo, misoginia y drogas durante tres horas de metraje; Christian Bale, Amy Adams y Bradley Cooper, haciendo del disfraz y la laca la metáfora del engaño y la corrupción. Los filmes de Martin Scorsese, 'El lobo de Wall Street', con cinco nominaciones, y de David O. Russell, 'La gran estafa americana', con diez, se meten de lleno en algo tan contemporáneo (y tan clásico a la vez) como el engaño y la estafa que cimenta la cultura económica estadounidense (y por tanto el capitalismo mundial), mostrando dos casos paradigmáticos, uno en el Wall Street de los ochenta y noventa, y otro en el Nueva Jersey de los setenta. Es la particular crítica que hace Hollywood a la crisis y sus raíces morales cinco años después del inicio de la debacle que nos toca, y que arrancó con la crisis de las hipotecas subprime y la caída de Lehman Brothers en 2008. Ambos nos muestran que hay más manzanas podridas que sanas dentro del lustroso cesto del sueño americano.
Empecemos por la visión que aporta Martin Scorsese, acompañado de su más estrecho colaborador de la última década: Leo DiCaprio. Tomando la forma de una comedia salvaje, 'El lobo de Wall Street' se posiciona a mitad de camino entre 'Casino' y un 'Resacón en Las Vegas' trasladado a Wall Street, para retratar ya no el ascenso y caída de un miembro de la mafia clásica tipo 'Uno de los nuestros', sino de esa otra facción del crimen organizado bendecido por el status quo: los brokers.
La otra Mafia
Como dijo el propio Scorsese en una entrevista a Fotogramas: "La comparación es peligrosa, porque, aunque tanto la mafia como estos tipos son criminales, la codicia de Belfort o los 21 millones de euros que era capaz de amasar en sólo tres horas en sus mejores jornadas, son el tipo de cosas que no sólo están bien vistas por la sociedad en que vivimos, sino que muchas veces se nos marcan como objetivos a conseguir", dijo marcando así las distancias con quienes le acusan de glorificar el comportamiento del protagonista de su película.
Basado en la vida y milagros del bróker Jordan Bedford, condenado en los noventa por haber estafado a miles de personas, la película resulta ser un esperpento del capitalismo financiero, que Scorsese retrata sin titubear como misógino, inmoral, obsceno, a base de la repetición impúdica y paródica de un carrusel de orgías, cocaína, estafas masivas, machos engorilados, dinero y dinero y más dinero sucio... Ahora bien, no han faltado voces que vean en 'El lobo de Wall Street' una comedia que ríe las gracias de su protagonista más que condenarlas. Craso error: Scorsese nos entrega al final del filme una moraleja: ese mismo tipo dedicado a la estafa masiva durante años se ha reciclado en gurú en técnicas de venta, para así continuar engrasando la maquinaria del engaño y la corrupción del mismo sistema al que estafó.
El arte del engaño
Por otro lado, tenemos al niño bonito de Hollywood, David O. Russell, que con 'La gran estafa americana' acumula, como 'Gravity', la mayoría de nominaciones: diez. Mirándose directamente en el espejo del cine de Scorsese, Russell elige retratar un caso de corrupción política, conocido como caso Abscam, acaecido en los setenta en Nueva Jersey y en el que se verían mezclados senadores, que aceptaban sobornos de miembros de la mafia. Un brillante estafador (Christian Bale) y su astuta y seductora compañera (Amy Adams) se ven obligados a trabajar para un agente del FBI (Bradley Cooper) con altas ambiciones y muy pocas luces, que los llevará a destapar una trama de corrupción política con los casinos de Atlantic City de fondo.
La realidad que retrata Russell en 'La gran estafa americana' es la del engaño y el disfraz como verdadera esencia de la cultura y la política estadounidense. Y el hecho incontestable de que los peces gordos del gran sarao de la corrupción económica saldrán limpios de cualquier operación como ésta. Por supuesto, todo esto más allá de que se esté o no a favor de la grandilocuencia estilística de Russell, más provisto de laca cinematográfica, resultona eso sí, que de un estilo honesto.
De cualquier forma, la industria lo bendice (el año pasado así fue el caso con su 'El lado bueno de las cosas') y 'La gran estafa americana' ya se ha llevado tres Globos de Oro: mejor película; mejor actriz de comedia, para Amy Adams, y mejor actriz de reparto, para Jennifer Lawrence, y más recientemente tres Bafta de la Academia británica.
Y ya puestos, si forzamos la máquina, hasta '12 años de esclavitud' puede estar parándose frente a una estafa, esta vez moral: la esclavitud. La película de Steve McQueen retrata la terrorífica odisea de un hombre negro libre, que es engañado (una vez más) por dos traficantes de esclavos que lo venden y lo condenan a vivir doce años en ese infierno que era el sur de EE UU. Así las cosas, señoras, señores, el Oscar es para… ¡América y la gran estafa sistemática!