¿El nuevo Paul Newman?
Cuando en el Festival de Cannes de 2012, durante la rueda de prensa de 'The Paperboy' (Lee Daniels), un periodista definió como revelación a un actor de 43 tacos trillado en comedias románticas, un quórum de cejas se enarcó. Pero un suma y sigue de rodajes y papeles arriesgados está dando por buena la lisonja. Matthew McConaughey es, posiblemente, uno de los casos más claros en la lucha contra la fama. Anclado durante el primer decenio del siglo en un papel de dandy, más próximo a las portadas de la prensa rosa internacional que a la certera elección de trabajos, a partir de 2010 inició un cambio de registro por el cual está empezando a ganar reconocimiento. Papeles con cierto riesgo, como el del abogado de 'The Lincoln Lawyer' (Brad Furman, 2011) o el rol protagonista en la comedia 'Bernie' (Richard Linklater, 2011) con el que ya consiguió el premio a Mejor actor del National Society of Film Critics Awards. El cambio de rumbo se atisbaba, pero los últimos coletazos han acabo por confirmar la reinvención del ya veterano intérprete.
Tras el citado premio llegó otro espaldarazo, gracias a los trabajos a las órdenes de Steven Soderbergh y William Friedkin en 'Magic Mike' y 'Killer Joe', respectivamente. En la primera el actor sorprendió a propios y extraños con su magnífica interpretación del dueño de un club de striptease masculino. Un papel descarado y chulesco que McConaughey asumía con humor. En la segunda sorprendió en el Festival de Venecia por la interpretación de McConaughey en un papel en el que nadie le hubiera imaginado. Un policía corrupto y asesino a sueldo sin escrúpulos ni moral. Esta vez el reconocimiento le llegó en el Festival Americano de Cine Independiente, algo que quizá le animó a seguir aceptando rodajes en esta línea, muchos de ellos en el límite del mínimo salarial. Así llegaron dos de sus más notables estrenos: 'Mud', una entrañable historia de iniciación protagonizada por unos adolescentes que encubren a un fugitivo enamorado, y 'Dallas Buyers Club', que le ha hecho conseguir un Globo de Oro y su primera nominación al Oscar. Adelgazó veinte kilos sin dudarlo y con una dieta espartana para volver a calzarse el sombrero de vaquero que tantos resultados le ha dado, esta vez para dar vida a Ron Woodroof, que en 1985 es diagnosticado VIH positivo y que, desafiando a las instituciones, se dedicó a traficar con medicinas para el tratamiento de la enfermedad; al mismo tiempo, aprendió a cambiar su punto de vista homofóbico. El clásico papel que suele gozar del favor de la Academia.
Una transformación física que ha sabido aprovechar en la aclamada serie de HBO 'True Detective', y que supone la primera incursión en la televisión del tejano. En ella, McConaughey interpreta a un detective de la Policía de Lousiana que junto a su compañero, papel que interpreta Woody Harrelson, deben volver a investigar un retorcido caso de una serie de asesinatos en el que habían trabajado 17 años atrás.
Más allá de la brevísima y genial aparición en la película de Martin Scorsese 'El lobo de Wall Street' -donde da toda una lección de cómo sorprender en apenas tres minutos-, McConaughey aparca momentáneamente las cintas independientes para enrolarse en el próximo proyecto de Christopher Nolan ‘Interstellar’, que llegará a finales de año a todas las pantallas. El prestigio está alcanzado, ahora toca mantenerlo. Y quizá llevarse a casa la dorada estatuilla. "Cielo -le dijo hace unas semanas Liza Minelli-, si no lo ganas, ¡te doy el mío!".