Circula un vídeo por Youtube del rodaje de ‘Extrañas coincidencias’ en el que el director David Owen Rusell mantiene una acalorada discusión con la actriz Lily Tomlin, en la que el resto del equipo sortea como puede los decorados que el realizador lanza con ira y en la que la palabra ‘fuck’ se repite en tantas ocasiones que es imposible enumerarlas.
Es una prueba gráfica del endiablado carácter de uno de los directores más singulares e irregulares del último Hollywood. Cuentan que llegó a las manos con George Clooney mientras trabajaban en ‘Tres Reyes’, que se encaró con Christopher Nolan y que no dudó en dejar de lado a Mark Wahlberg (protagonista de tres de sus filmes) debido a su elevado caché.
Sobre Russell siempre ha pesado la sombra de la duda. ¿Talentoso o vacuo? ¿Complejo o sobrevalorado? Con ‘El lado bueno de las cosas’ ha vuelto a suceder. Hay quien la designa revelación del año y quien no ve en ella nada más que una mediocre comedia romántica. Quien considera merecida la lluvia de nominaciones a los Oscar (ocho, incluyendo la de mejor director) y quien piensa que tanto reconocimiento sólo se debe a la maquinaria de los hermanos Weinstein, los todopoderosos productores de la meca del cine.
A Russell comenzó a considerársele cuando dirigió ‘Tres Reyes’, cinta crítica con la política exterior estadounidense en torno a la Guerra del Golfo, que se convirtió en su primer gran éxito. Para entonces los circuitos independientes ya lo habían entronado gracias a sus dos primeras comedias, ‘Spanking the monkey’ y ‘Flirteando con el desastre’, ambas centradas en un tema recurrente en todos sus trabajos: los clanes disfuncionales.
Familias desquiciadas
Su filmografía está plagada de desquiciadas familias. Desde la capitaneada por una madre ludópata y un padre adicto a la televisión de su primer corto, ‘Bingo Inferno’, pasando por la condicionada por la discapacidad de su progenitora de su ópera prima, hasta la reunión de locos, algunos diagnosticados y otros no, que conviven en ‘El lado bueno de las cosas’.
La buena marcha del filme protagonizado por Bradley Cooper y Jennifer Lawrence ha vuelto a poner en órbita a un creador que casi se pierde en el olvido tras ‘Extrañas coincidencias’, alocada y ninguneada comedia sobre el líder de un grupo ecologista, que rescató la leyenda de ‘bluff’ que persigue a Russell. Que ‘Nailed’, sátira sobre la ambición política, no llegase a estrenarse por falta de pagos tampoco ayudó. Y cuando parecía que su carrera estaba enterrada dio un puñetazo y dejó K.O. a crítica y público con ‘The fighter’, excelente drama que se adentra en los rincones más oscuros de los rings de boxeos.
Y gracias a aquella batalla los espectadores han podido bailar al son de Stevie Wonder en ‘El lado bueno de las cosas’, cinta sobre un hombre que intenta rehacer su vida tras una serie de fracasos. Lo que podría ser un buen reflejo de este director.