Criado en China y educado en Estados Unidos, el taiwanés Ang Lee (Pingtung, 1954) ha sabido conjugar como ningún otro cineasta la tradicional delicadeza asiática con el buen gusto de la narración americana. Un logro que se aprecia en la deslumbrante cinta ‘La vida de Pi’, donde presenta a un joven indio que debe sobrevivir a un naufragio compartiendo una barca salvavidas con un tigre de Bengala. Se trata de una historia tan hermosa como imposible. Un cuento fantástico en el que la naturaleza actúa como un personaje más, marcando el tono poético y hechizante de un relato que esconde una cruda realidad.
En manos de otro director, ‘La vida de Pi’, basada en la novela del canadiense Yann Martel, podría haber derivado en un fiasco absoluto. En las de Lee no solo funciona, sino que atrapa y fascina a públicos heterogéneos. A críticos y a grandes audiencias. Porque pocos cineastas como Lee han sido capaces de combinar tan bien ciertas pretensiones artísticas con una evidente comercialidad. La misma mezcla que le ha permitido repetir galardones en los viejos certámenes europeos al tiempo que recibía las ovaciones de la modernidad neoyorquina y los aplausos de la gente de negocios de Hollywood.
Gran aficionado a los cómics, el acercamiento del director de ‘El banquete de boda’ a la cultura popular americana llegó de la mano de sus tebeos, que devoraba a escondidas de sus padres. A ello respondió décadas después su interés en dirigir ‘Hulk’, sin duda la película más llamativa en una filmografía jalonada de cintas dispares que le han aupado al podio del cine internacional. Filmes intimistas con raíces asiáticas (‘Comer, beber, amar’), clásicos adaptados (‘Sentido y sensibilidad’), obras independientes (‘La tormenta de hielo’), westerns (‘Cabalga con el diablo’), superproducciones históricas (‘Deseo, peligro’), películas de artes marciales (‘Tigre y dragón’) e incluso dramas homosexuales (‘Brokeback Mountain’).
Esta última y bellísima película, protagonizada por Jake Gyllenhaal y el fallecido Heath Ledger, consagró a Lee como uno de los realizadores más valientes de la historia del cine. Oriundo de otro continente, residente en Estados Unidos después de que su familia huyera del régimen de Mao, el director no solo se atrevió a contar la historia de dos vaqueros homosexuales en la América profunda de los años sesenta, lo que le convirtió en la diana de diversos grupos conservadores, sino que planteó una ambiciosa revisión del 'western', género por antonomasia de la industria norteamericana.
Ang Lee filma una crónica desencantada de los encuentros y desencuentros de dos rudos ’cowboys’ a lo largo de veinte años, donde, para sorpresa de la crítica, no se ensalza lo heroico ni lo extraordinario, sino el reto que supone para determinadas personas aspirar a lo cotidiano y a la idea de lo convencional.
El cineasta, casado y padre de dos hijos, obtuvo con ‘Brokeback Mountain’ el Oscar al mejor director, pero no el de mejor película, que fue a parar a una cinta menor, ‘Crash‘. Hollywood sabe desde entonces que tiene con él una cuenta pendiente, lo que podría beneficiar a ‘La vida de Pi‘, el nuevo reto creativo, aunque menor, de este autor sublime que huye de lo fácil.