![Amor a la francesa](/RC/201202/16/Media/midnightinparis--647x320.jpg)
Escena de 'Midnight in Paris'. /Archivo
Ficha:
EE UU. 2011. 100 m. (TP). Comedia.
Director: Woody Allen.
Intérpretes: Owen Wilson, Marion Cotillard, Rachel McAdams, Michael Sheen, Adrien Brody, Kathy Bates.
De igual modo a como lo hizo con Venecia, Nueva York, Los Ángeles, Barcelona, Londres y Oviedo, Woody Allen con su nuevo esfuerzo creativo, 'Medianoche en París', rinde homenaje a la Ciudad de la Luz. Porque la hermosa capital de Francia es mucho más que una metrópoli social, política y cultural. "¡París bien vale una misa!", exclamó Enrique IV cuando adjuró del protestantismo. Para los protagonistas del filme, una pareja de jóvenes yanquis que sucumben al embrujo de la gran urbe, es casi un estado de ánimo. Un lugar mágico donde experimentar nuevas sensaciones, disfrutar de nuevos encuentros románticos y otras formas de ver la vida.
Declaración de amor en toda regla, secundada por un pintoresco plantel estelar, así como por los aquilatados fotogramas del singular imaginero Darius Khondji, cuya enjoyada cámara recorre los lugares más emblemáticos de la ciudad, las arterias más espectaculares, los rincones más recoletos. Escenarios que me recuerdan paseos por señoriales bulevares o por las riberas del Sena, al encuentro de una película de Jean Renoir o de una linda francesita de ojos garzos: besos robados a la hora del crepúsculo, cuando el cielo se tiñe de rojo sobre las espadañas de la Madeleine y los vendedores recogen sus trastos en la Samaritaine.
Toda una serie de homenajes jalonan el filme, incluido el de un precioso cuadro impresionista de Claude Monet, el del puente sobre un estanque cubierto de nenúfares, donde vemos a los protagonistas Owen Wilson y Rachel McAdams ebrios de amor. Uno más de los muchos detalles encan tadores de esta agridulce película, incluida la sofisticada presencia de Carla Bruni Sarkozy, no exenta de la imprescindible ironía y una lúcida melancolía, por no hablar del pesimismo sobre la condición humana propia del autor de 'Match Point'. En fin, nada más dulce que el amor. Todo otro placer viene después.