![La magia del cine](/RC/201202/15/Media/artist--647x340.jpg)
Imagen de la película 'The Artist'. /Archivo
Ficha:
Francia. 2011. 100 m. Melodrama
Director: Michel Hazanavicius
Intérpretes: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, James Cromwell, John Goodman, Penelope Ann Miller, Missi Pyle, Malcolm McDowell, Joel Murray, Ed Lauter, Beth Grant, Bitsie Tulloch, Ken Davitian
'The Artist' es una insólita película muda y en blanco y negro, en la que Jean Dujardin da vida a un astro del Hollywood de los años 20 angustiado ante la inminente llegada del sonoro. A partir de tan sencilla premisa argumental, el realizador Michel Hazanavicius rinde un cumplido homenaje a los orígenes del cine, mientras reflexiona en tono poético sobre la ascensión y caída de luminarias que, como Douglas Fairbanks, Mary Pickford, John Gilbert, Theda Bara, Rudolph Valentino, Gloria Swanson o Ramón Novarro, brillaron con luz propia en una industria en la que había más estrellas que en el mismo cielo.
'The Artist' atesora asimismo personajes y situaciones de honda raíz popular, en el mejor y más noble sentido del término, con los que al espectador de la época le resultaba fácil identificarse. En ese sentido, la película recupera ahora una ética y una estética mágica y tiene todo lo que debe tener un melodrama con todas las de la ley o una comedia romántica como mandan los cánones: amor, humor, desprecio, emoción, risas y lágrimas, alegría desbordante, fatalismo y desesperación. ¿Hay quien dé más?
Todo ello se combina con una tierna historia de amor, al tiempo que muestra el 'glamour', los multitudinarios estrenos, los abigarrados rodajes y el éxtasis amoroso de los protagonistas, que se conjuga con la belleza de la materia fílmica. Una película, en suma, que nos retrotrae a todas esas imágenes queridas que mantuvieron en perpetua alerta nuestra atención. Porque el cine sabe de nuestras pequeñas ilusiones, del ansia inexplicable de retener todas esas imágenes que se nos iban, como la misma vida, para amarlas por saber que algún día las perderíamos para siempre. Sí, todas las butacas que hemos rozado se reunirán, un día, en un cielo de caoba y tapicería para dialogar sobre nuestras memorias y hablar de las risas y del llanto que fuimos capaces de derrochar en el perpetuo engaño de los destinos ajenos, que nos han hecho tan dulce la dolorosa huida del tiempo.