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El Consell Valencià de Cultura aprobó ayer en su reunión plenaria una resolución contra el vandalismo en la que la mayor parte de los casos presentados se dan en Valencia. Los ataques de ácido en los escaparates del centro, los robos de las redes de alumbrado, los daños en los jardines del antiguo Hospital o el sabotaje del sistema de riego del puente de las flores ilustraron un informe en el que, además de relatar todos estos actos vandálicos, se indica que la institución «observa laxitud en las autoridades y resignación» frente al deterioro del mobiliario urbano.
El informe aprobado por el CVC manifiesta el «malestar» de la institución ante unos daños «cada día más frecuentes» protagonizados por «personas de escaso civismo, educación y cultura».
La resolución califica estos actos vandálicos como «una plaga social que es preciso combatir con medias educativas y cohercitivas», y en este sentido, junto al rechazo a estas actividades y la llamada a padres y profesores a que prevengan estas situaciones, el CVC pide que las «autoridades competentes» doten de normas y ordenanzas a la policía para erradicar el vandalismo.
«Vivimos una situación de fealdad y suciedad radicalmente reñida con la educación, la cultura y los intereses turísticos», indica la resolución del órgano consultivo, que dispone de un extenso listado de informes relacionados con daños en el patrimonio cultural valenciano, desde los daños sufridos en el Castillo de San Fernando de Alicante, así como en estatuas de la ciudad de Valencia, sobre las que en su momento se propuso colocar réplicas y reservar las originales para paliar los daños de las agresiones y robos.
En relación a las pintadas, desde el CVC se lamenta «la resignación de los comerciantes afectados, de los vecinos a los que se les pinta sistemáticamente una fachada y que han decidido ya no eliminarla porque saben que poco tiempo después volverá otro vándalo a ensuciarla».
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