Antonio Anglés. / LP
Miriam, Toñi y Desirée. Tres nombres escritos con sangre inocente y un pueblo valenciano marcado por los asesinatos que conmocionaron a España en 1992, el año de la Exposición Universal de Sevilla, de los Juegos Olímpicos de Barcelona y del triple crimen de Alcàsser. El próximo 13 de noviembre se cumplen 20 años de la desaparición y muerte de las tres niñas. Muchos vecinos de Alcàsser lograron borrar de su memoria aquellos trágicos hechos con el paso del tiempo, pero las familias de las víctimas nunca pasaron página. Sus heridas siguen abiertas mientras el autor material de los crímenes, Antonio Anglés, continúe huido de la justicia.
La Asociación Clara Campoamor, que ejerció la acusación popular en el juicio contra Miguel Ricart en 1997, tampoco olvida y sigue velando por la instrucción del caso, la renovación de la orden internacional de búsqueda y captura de Anglés y la reclusión de Ricart hasta el 19 de enero de 2023 en aplicación de la doctrina Parot.
El siguiente paso de la asociación será pedir al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, la reactivación de la búsqueda del triple asesino. «No podremos decir que se ha hecho justicia hasta que Anglés sea detenido y juzgado», asevera Blanca Estrella, presidenta de Clara Campoamor. «Por eso tenemos previsto reunirnos con el ministro del Interior para pedirle que coloquen en los aeropuertos la foto de Anglés actualizada con un estudio fisonómico», añade Estrella.
La asociación también solicitará al titular del juzgado de instrucción número 6 de Alzira que renueve la orden internacional de busca y captura. «Mientras no tengamos pruebas de la muerte de Anglés hay que seguir investigando por si aparecen nuevos datos que ayuden a detener al fugitivo», asegura la presidenta de Clara Campoamor.
Posible muerte en Irlanda
Los investigadores de la Guardia Civil y la Policía Nacional creen que el asesino de las niñas de Alcàsser murió ahogado en aguas de Irlanda, pero el cadáver nunca apareció y la búsqueda de Anglés se mantuvo durante 10 años como si estuviera vivo, aunque en la actualidad no hay nuevos datos que justifiquen el inicio de investigaciones. La acusación popular mantiene firme su convicción de que el asesino material de las niñas se esconde en algún país suramericano. Además, Blanca Estrella considera que en los últimos años «no se ha hecho ningún esfuerzo para buscarlo».
La historia de la huida de Anglés tras el hallazgo de los cadáveres de Miriam, Toñi y Desirée en enero de 1993, de su llegada a Lisboa y su partida a bordo de un buque como polizón, quedó interrumpida en las frías aguas de Irlanda, donde la policía sitúa las últimas pistas sobre el paradero del fugitivo.
Desde entonces, los investigadores no dejaron de buscar a Anglés, y su pista fue seguida en varios países de Latinoamérica, así como en Inglaterra, Irlanda y España. También el juzgado de Alzira continuó realizando diligencias y todavía mantiene abierto el sumario por si aparecen nuevas pistas sobre el paradero del fugitivo. Algo muy improbable para Fernando Gómez, padre de una de las víctimas. «No sé si está vivo, pero ya he perdido la esperanza de verlo detenido», dice Fernando con voz temblorosa. Su hija Toñi ahora tendría 34 años si no hubiese subido al Opel Corsa que conducía Miguel Ricart aquel fatídico 13 de noviembre de 1992.
El caso Alcàsser fue caldo de cultivo para descarnados relatos más propios de una novela –o del ‘reality’ televisivo– que de los hechos reales. Así ocurrió con una información aportada por una mujer extranjera que aseguraba haber visto juntos, antes del triple crimen, a Antonio Anglés, Miguel Ricart y un hombre de pelo canoso que fue relacionado con los hechos, aunque finalmente se descartó su implicación en el juicio contra Ricart.
Respecto a las sospechas infundadas de que una red de pederastas ayudó a huir a Anglés, no hay ninguna prueba. Además, cuando el asesino eludió el cerco policial en Vilamarxant en el vehículo de un agricultor, al que secuestró durante varias horas, la víctima tardó dos días en denunciar los hechos tras ser amenazado de muerte por el fugitivo más buscado en España en aquel entonces. Esas 48 horas de ventaja fueron decisivas en la fuga, ya que mientras la Guardia Civil buscaba a Anglés en los montes valencianos, el asesino cruzaba la frontera de Portugal.
Luego convivió un tiempo con un toxicómano luso en la zona portuaria de Lisboa antes de embarcar clandestinamente en el ‘City of Plymouth’ con destino a Irlanda. La tripulación descubrió al polizón y lo encerró en un camarote, pero cuando llegaron a Dublín Anglés ya no estaba en el buque.