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REPORTAJE

Cuatro curas murcianos muertos en 1936 fueron beatificados este domingo. Entre los sacerdotes venerados de la Región se encuentra Sánchez Barba, quien fue administrador de 'La Verdad'
13.10.13 - 01:12 -
Nació en Llano de Brujas en 1895 y murió fusilado en 1936 por no querer renunciar a sus principios éticos y morales. Dedicó su vida a la Iglesia y, al mismo tiempo, fue administrador del periódico 'La Verdad'. Pedro Sánchez Barba fue uno de los cuatro sacerdotes murcianos beatificados este domingo en Tarragona, en un acto multitudinario con motivo de la celebración del Año de la Fe. Fulgencio Martínez, Buenaventura Muñoz, Antonio Faúndez y Sánchez Barba, junto a 418 mártires de la Iglesia fueron venerados como beatos, el paso previo a la canonización.
Los familiares de Sánchez Barba recuerdan emocionados su trayectoria. «Ingresó en el seminario cuando apenas tenía 16 años, porque ésa era su vocación. Al terminar la formación, ofreció su primera misa en Llano de Brujas, porque nació allí», relata Carmen Martínez, quien fue su cuñada, y celebra estos días la beatificación. «Cuando sus familiares recibimos la noticia, todos sentimos una alegría enorme. Sabemos que Pedro era una gran persona y que rezaba por todo el mundo».
Sánchez fue el párroco de la iglesia de San Bartolomé, en Murcia, y también profesor de seminario. «Era el segundo de ocho hermanos; un hombre muy bueno y que siempre tenía una sonrisa en la cara», recuerdan los familiares del que ahora es un sacerdote beatificado.
Su final fue el de otros muchos mártires de la Iglesia. «Lo torturaron y lo mataron en la guerra porque no quiso renunciar a sus principios. Murió con la sotana puesta y fusilado», lamenta con tristeza Encarna Sánchez, hija de Carmen. Los familiares, debido al largo tiempo transcurrido desde entonces -hace ya casi 77 años-, apenas recuerdan el trato que tenían con él. «Éramos muy jovencitas cuando él murió».
Sánchez Barba era muy querido y muy conocido en Murcia. De hecho, el actual párroco de San Bartolomé, don Juan, quien tuvo como maestro a Sánchez, lo recuerda aún y reza por él. «Era muy elegante para la época en la que le tocó vivir. Alto, delgado y con mucho porte». Así lo definen su cuñada y la hija de ésta, quien no llegó a conocerlo pero que siempre se ha interesado mucho acerca de la vida de este terciario franciscano.
El proceso de beatificación del que fuera párroco de la iglesia de San Bartolomé, Pedro Sánchez Barba, comenzó en 1965. «Lo beatifican porque se lo merece y porque lo dio todo por los jóvenes; lo querían mucho y era muy devoto de ellos. Ahora lo beatifican, que es el primer paso hacia la canonización», señala Encarna, quien no puede sonreír al ver a su madre feliz.
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