Plata y récord para el tercero

Durante los años veinte la supremacía en las pruebas de velocidad se discutía entre Estados Unidos y Finlandia. Por entonces el 'pequeño' Gran Ducado había logrado la independencia de la Rusia Imperial y se había recuperado mejor que el resto de los europeos de la reciente I Guerra Mundial. Por entonces sus atletas cimentaron un tradicional gusto y orientación hacia el atletismo que derivó en numerosas medallas y reconocimientos, aunque con un caso singular.

Durante aquellos años surgieron en los Juegos Olímpicos las figura de Paavo Nurmi, el irrepetible 'finlandés volador', y la de Ville Ritola, un compatriota que coleccionó éxitos a su sombra. De hecho, en París en 1924 fueron los únicos europeos capaces de arrebatar los mejores metales a los norteamericanos hasta situarse segundos en el medallero. Pero de los 51 participantes de aquel frío país sobresalió la extraña hazaña de Erik Vilén, un corredor de Helsinki que entraría en la historia de las extrañas hazañas olímpicas para colgarse su única medalla.

Ocurrió en la final de 400 metros vallas, para la que se clasificaron seis hombres de los 23 participantes iniciales. En la pista de tierra parisina, concebida para una vuelta de 500 metros, se presentaron tres estadounidenses -con el favorito Morgan Taylor a la cabeza-, un francés, un británico y el representante finlandés. Aquel caluroso lunes en Colombes la carrera resultó un monólogo de Taylor hasta la meta con un nuevo récord del mundo (52,6), seguido por su compatriota Charles Brookins y con Wilén cerrando las posiciones de podio. Pero cuando el finlandés se preparaba para recibir su bronce (su única medalla en tres Juegos Olímpicos) se sucedieron en cascada varias decisiones que cambiarían los resultados hasta lo inexplicable. Primero los jueces descalificaron a Brookins (segundo en carrera) por pisar una calle ajena y Wilén ascendió al segundo puesto. Después aplicaron el reglamento e invalidaron el récord del mundo de Taylor (primero que cruzó la meta) al aplicar las reglas entonces vigentes por haber tirado una valla. Sorprendentemente mantuvieron la victoria del norteamericano y el oro mientras que elevaron al finlandés a récord olímpico oficial aunque con el segundo puesto de la competición. De esta manera Erik Wilén entró en la historia de los Juegos como el único atleta que llegó tercero, se colgó la plata e inscribió su nombre como récord olímpico.