LONDRES 2012
Macarena Aguilar Diaz celebra un gol contra Dinamarca. / EFE
Ficha técnica:
En esta España que suspira por medallas, igual el balonmano femenino acaba aportando una de esas preseas con las que no se cuenta. O al menos se cuenta con garantías. Pese a que son las terceras del mundo, las chicas de Dueñas no tienen el reconocimiento que se merecen. Quizá porque el balonmano femenino español solo ahora empieza a sonarle al público como un deporte en el que se cosechan éxitos. Ante Dinamarca, desde luego, pusieron una importante pica en Flandes para acabar en una de las tres zonas del cajón al final de la competición.
El guión fue muy parecido al de Francia. Dinamarca, pese a lo avisada que estaba, salió menos intensa que las españolas. Y eso, a día de hoy, es un pecado que no puede cometerse. En 20 minutos la diferencia era de seis goles y el tembleque que les había entrado a las danesas era de tal calibre que fallaban acciones técnicas de base, de esas que se las dices dos veces a un alevín y ya no las olvida en muchos años. Esa lentitud en entrar en juego la aprovechó España, causante de buena parte de los males rivales con esa defensa tan impresionante que practica el combinado nacional. Impresionante porque no solo combina rapidez en los movimientos laterales con una actividad inusitada de los brazos para marcar líneas de pase, sino que se ayudan de tal manera que cuando el atacante logra superar a un rival, tiene dos esperándole a la salida de la finta.
Sobre ese cimiento el juego de España fue indescifrable para las danesas, que solo en los minutos iniciales de la segunda mitad consiguieron acercarse a dos goles. Fue la pájara de la reanudación. Hasta que dos paradas de Silvia Navarro devolvieron las ideas a la defensa y al ataque. Nuevo estirón, seis de ventaja y partido finiquitado pese al intento danés de frenar a España con una mixta sobre Macarena Aguilar. A las francesas les salió bien, pero Dueñas ya lo había previsto y la selección tuvo mil variantes para que su estrella saliera del marcaje y desarbolara la defensa con su mágica coordinación con Marta Mangué. Y ni siquiera la variante de jugar sin portero y con siete atacantes le dio mucho rédito a Dinamarca.
España suma su primera victoria en el torneo, se acerca a la clasificación pero, sobre todo, deja la sensación de que a cada partido que juega, crece un poco más. Y esa es la clave del éxito
