LONDRES 2012
Usain Bolt. / AFP
Los 100 metros, la disciplina reina del atletismo en el plano mediático, ha ofrecido a los espectadores momentos inolvidables, marcas increíbles, rivalidades de leyenda y escándalos mundiales a lo largo de su historia.
Los primeros 100 metros de la historia de los Juegos modernos dieron lugar a la primera polémica. En Atenas-1896, en la línea de salida, los atletas, preparados para salir...excepto uno de ellos, el estadounidense Thomas Edmund Burke, que se agachó ante el asombro generalizado y puso sus manos sobre el suelo. Luego saltó como una flecha para ganar la carrera, antes de repetir el mismo sistema de salida cuatro días más tarde, en la final, mientras el público le abucheaba porque consideraban que traicionaba el ideal olímpico.
En otro hito, el estadounidense Eddie Tolan se convirtió en 1932 en el primer atleta negro en ganar la prueba, cuatro años antes de que lo hiciera su compatriota Jesse Owens en los históricos Juegos de Berlín. En 1968 fue Jim Hines el que alcanzó por primera vez un territorio desconocido logrando en Sacramento, en los campeonatos de Estados Unidos, ser el primer hombre en bajar de los 10 segundos al terminar el hectómetro con 9.9.
Veinte años más tarde, en Seúl, llegó la página más oscura de la disciplina cuando el canadiense Ben Johnson cruzó la línea de meta sacando pecho y levantando un dedo, por delante del estadounidense Carl Lewis, quien no se creía que hubieran terminado con su reinado. Pero cuatro días más tarde se descubrió que Johnson se había dopado al dar positivo en un control por estanozol (un esteroide anabolizante) y el título regresó a Lewis que, después de haber logrado el oro en Los Ángeles cuatro años antes, se convirtió en el primer atleta en repetir corona.
Otros 20 años después, en el regreso de los Juegos a Asia, los 100 metros entraron en otra dimensión en Pekín-2008 con la exhibición del jamaicano Usain Bolt, un tallo de 1,95 metros y 22 años. El caribeño logró el récord del mundo superando por un amplio margen a su rivales pero ofreció un auténtico espectáculo tanto para los medios de comunicación, con un idilio permanente con las cámaras que registraban cada uno de sus movimientos, y con el público.
La imagen de Bolt, dejándose ir los últimos 30 metros de la carrera, sacando la lengua y gritando de alegría, pasó instantáneamente al cátalogo de momentos inolvidables de la prueba. Porque además lo hizo logrando un estratosférico nuevo récord mundial con 9.69 segundos.
En Berlín, en el Campeonato del Mundo, doce meses más tarde, Bolt se olvidó de los festejos y mantuvo la concentración durante toda la carrera para evitar cualquier sobresalto ante el estadounidense Tyson Gay, para lograr una nueva mejor marca de la historia, al parar el cronómetro en 9,58 segundos.
