
Víctor Tomás, durante el partido contra Serbia./Javier Soriano (AFP)
Ficha técnica:
26 - España: Sterbik; Rocas (3p), Maqueda (4), Guardiola (1), Morros (1), Raúl Entrerríos (2) y Ugalde (4) -equipo inicial- Hombrados (ps), Gurbindo (1), Víctor Tomás (4), Aguirrezabalaga (-), Sarmiento (4), Aginagalde (2) y Cañellas (-)
21 - Serbia : Stanic; Prodanovic (2), Vujin (2), Manojlovic (-), Ilic (7, 1p), Nikcevic (3) y Toskic (2) -equipo inicial- Marjanac (ps), Markovic (-), Rnic (1), Beljanski (-), Vuckovic (-), Cutura (-) y Stankovic (4)
Marcador cada cinco minutos: 2-2, 4-3, 6-6, 8-7, 8-11 y 10-14 (Descanso) 12-15, 15-16, 16-17, 18-20, 24-20 y 26-21 (Final)
Árbitros: Abrahamsen y Kristiansen (NOR). Excluyeron por dos minutos a Morros, Víctor Tomás, Maqueda y Guardiola (2) por España; y a Prodanovic (2), Beljanski y Manojlovic por Serbia .
Incidencias: Encuntro correspondiente a la primera jornada del grupo B del torneo masculino de balonmano de los Juegos Olímpicos de Londres disputado en la "Caja de Cobre" ante unos 7.000 espectadores.
Valero Rivera, el seleccionador nacional, reconocía días antes de llegar a Londres que en la concentración se había centrado especialmente en profundizar en las variantes defensivas del 5-1 y del 6-0. Para él el oro se iba a ganar atrás, porque en el ataque las cosas están muy parejas entre todos los equipos. Y a fe que el primer partido le dio la razón. España soltó una pésima primera mitad, en la que la defensa no funcionó, y una segunda antológica en la que el 6-0 profundo -hasta cinco balones interceptó y robó la selección-, y un Hombrados superior condujeron a la selección a una remontada de mucho valor (26-21).
El caso es que en la primera mitad España empezó bien. Con Guardiola y Moros controlando el centro del ataque serbio y Sterbik muy centrado y rápido, el ataque balcánico se perdía en pases horizontales porque el pivote no lograba bloquear con la suficiente calidad como para abrir los huecos a los lanzadores. Aun así, España se complicaba la vida con las pérdidas en ataque, que daban vida a los contraataques del rival. Entrerríos y Sarmiento comenzaron a buen nivel, pero la obsesión de Rivera por alternarles en los laterales sacándoles de su zona de influencia, el centro del ataque, les fue diluyendo. Pese a ello la cosa no iba más enfocada, pero se lesionó Sterbik. Y todo cambió. Para mal, claro.
El nacionalizado guardameta sufrió una lesión muscular en el gemelo derecho y se fue al banco. Jota, el capitán, otrora portero de grandes prestaciones, acabó la primera parte sin una sola parada. Y por esa vía de agua empezó a irse el partido por el desagüe. Desconfiados de lo que había atrás, la defensa reculó para protegerse, y recular cuando enfrente hay gente como Stankovic es un tiro en el pie. El lateral del Caja3 empezó a jugar con la defensa: ahora lanzo, ahora voy y paso, ahora amago, me voy y paso... Un repertorio al que ni Rivera desde la banda, ni Morros y Hombrados en el campo, dieron respuesta.
La desconfianza en defensa derivó en una monumental pájara en ataque. Nueve minutos sin anotar es mucho tiempo en un partido inaugural, sobre todo cuando no defiendes bien. Y Serbia se fue en el marcador. Con la complicidad arbitral, que permitió a los centroeuropeos acciones que no consentía en el área rival, los españoles empezaron a perder la paciencia.
Llegó el descanso, y con él la reflexión. Rivera meditó y tomó dos decisiones determinantes. Por un lado, y aprovechando que sacaba España en la reanudación, atacó con dos pivotes. El 2-4 desconcertó a los serbios, que ya no podían salir hasta nueve metros y se veían obligados a anclarse en seis metros para evitar los pases entre líneas. Y aunque España no tiene grandes lanzadores, los bloqueos de Aginagalde y Guardiola sembraron el caos en el muro balcánico, incapaz de encontrar una solución.
La segunda decisión fue ordenar que la defensa partiera de siete metros, no de seis, y ese metro cerró líneas de pase al rival, le obligó a lanzar con más problemas y permitió a Hombrados empezar a tocar balones y crecerse. La combinación de ambas estrategias permitió el empate a 16 en el minuto 10 y, sobre, todo, llegar al 21 con el partido ya madurado. En ese momento España se puso por delante con dos robos consecutivos y ya no soltó el mando. Ni cuando estuvo en inferioridad, empecinados los colegiados noruegos en darle vidilla al encuentro. Hombrados, casi un 50% de paradas en la segunda mitad, abortó las esperanzas balcánicas.
España suma la primera victoria pero, sobre todo, deja en el aire una sensación de poseer una riqueza táctica importante. Y si en el baúl hay ropa, es más fácil que aparezca la pieza que complete el traje.