La muerte de ocho soldados israelíes y el secuestro de otros dos ayer por parte de la guerrilla chií libanesa Hezbolá ha elevado la tensión en una zona bajo permanente convulsión hasta límites que no se había alcanzado desde hace muchos años. Las milicias implantadas en el país árabe sorprendieron al Ejército hebreo con una estudiada y elaborada operación. En su transcurso, además de las víctimas causadas y la doble captura de militares, la guerrilla destruyó un tanque y disparó varias salvas de cohetes Katiushas contra las localidades fronterizas hebreas que causaron una decena de heridos. Hezbolá justificó los ataques como una contribución a la liberación de decenas de prisioneros libaneses y árabes en general que están en las cárceles judías y que la organización chií ha dicho repetidamente que piensa rescatar a cualquier precio.
Los ocho soldados fallecidos fueron abatidos en dos acciones consecutivas. Tres murieron en la primera incursión en un poblado llamado Aita Chaab, durante la que los milicianos cruzaron la frontera, atacaron una posición del Ejército y capturaron a dos militares. Eran las nueve y cinco de la mañana. Cuatro más perdieron la vida se encontraban en el interior de un tanque, en suelo libanés, que saltó por los aires al ser atacado con granadas anticarro. Y otro más cayó víctima de disparos. La de ayer fue la mayor operación que ha llevado a cabo Hezbolá desde que hace seis años Israel abandonó el sur de Líbano después de veintidós de ocupación inistro hebreo, Ehud Olmert, manifestó que el responsable de los ataques de la guerrilla chií es el Gobierno de Beirut y que, por lo tanto, será quien «pague un precio doloroso». «Los sucesos de esta mañana (por ayer) no han sido una acción terrorista sino la agresión de un Estado soberano que ha atacado a Israel sin tener ninguna razón», dijo el jefe del Ejecutivo de Tel Aviv. Pero también tuvo acusaciones para Siria. «Damasco apoya y alienta actividades asesinas de grupos terroristas, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Naturalmente, se están llevando a cabo preparativos para tomar las apropiadas medidas contra Siria», agregó.
En la oficina del primer ministro indicaron que lo ocurrido en la frontera no puede pasar desapercibido y que la intención de Israel es «cambiar las reglas del juego», lo que se contempla como un aviso de las autoridades israelíes de llevar llevar a cabo una operación de larga duración. «Preparamos una acción masiva y en profundidad para defender a nuestros ciudadanos e impedir acciones terroristas desde Líbano», manifestó el general Udi Adam, responsable de la Comandancia Norte del Ejército hebreo.
Y como indicativo de esta intención, apenas unas horas después del ataque, el mando militar envió órdenes de reclutamiento a los 6.000 reservistas de una división, una señal de que Olmert no se va a contentar con el bombardeo sistemático del sur de Líbano que se prolongó durante toda la jornada, y que causó la muerte de dos civiles y heridas a un número indeterminado en la ciudad de Tiro, que prácticamente quedó incomunicada.
Bombardeos
El intenso bombardeo se centró en infraestructuras y construcciones civiles del sur del país árabe, incluida una planta de energía eléctrica, un puente y varias carreteras, entre otros objetivos. El Ejército indicó que los ataques iban dirigidos contra los «terroristas» y no contra la población civil. Algunos líderes hebreos advirtieron de que Líbano puede retrasar su desarrollo hasta cincuenta años, en una clara referencia a la destrucción que es capaz de infligir las tropas.
El Gobierno de Beirut convocó una reunión urgente para estudiar la situación en la frontera, no sólo por la captura de los soldados, sino para evaluar los daños causados por los bombardeos.
A lo largo del día numerosos políticos de la oposición instaron a Olmert a que forme un Ejecutivo de emergencia. El primer ministro cuenta con esta opción y, aunque no está muy inclinado a seguirla, porque en su opinión redundaría en su perjuicio, las circunstancias podrían obligarle a aceptarla como mal menor. En Occidente se sucedieron las condenas de la operación de Hezbolá, con EE UU y la UE a la cabeza.
Por su parte, el vicepresidente sirio, Faruq al-Shara, explicó que los ataques de libaneses y palestinos contra Israel son una consecuencia de la ocupación, y en unos términos similares se expresó Irán.