Tras haber militado cinco temporadas en el Cádiz CF SAD, el jugador Alejandro Varela nos deja para incorporarse a la disciplina del Ciudad de Murcia. Un contrato económico importante para un mínimo de dos temporadas y el visto bueno del consejo de administración del club gaditano le han inducido a tomar la que, me consta, ha sido una difícil decisión para él y su familia.
A estas alturas resulta innecesario descubrir o repasar la trayectoria de profesionalidad y entrega con que el jugador ha protagonizado uno de los periodos de mayor progresión de la historia del Cádiz CF. Sin ánimo de ser minucioso, baste decir que llegó de la mano de Antonio Muñoz dispuesto a implicarse en la épica labor de reconstrucción de un club hundido crónicamente en Segunda División B, en ruina y al borde de la desaparición. Tenía sobre la mesa otras ofertas menos arriesgadas pero un presentimiento difícil de explicar le hacía creer sin miedo en este proyecto. ¿Qué buena intuición tuvo el jugador y qué buen ojo el presidente!
Y así, tras la primera gran satisfacción que le deparaba el ascenso del equipo a Segunda División A, pronto se producía la mayor de todas con el nacimiento del pequeño Alejandro, un niño rubio y de ojos claros que aprendió a hablar con acento gaditano y que no admitía salir de casa con más ropa que la camiseta del Cádiz CF y los guantes de Armando.
A diferencia de la respetable opción tomada por muchos otros futbolistas foráneos, Alejandro Varela y su mujer Montse no se dejaron seducir por la indiscutible calidad de vida que ofrecen algunas urbanizaciones del otro lado de la bahía y desde su llegada decidieron instalarse en Cádiz para vivir con y como los gaditanos. Así pudimos ver a la familia Varela disfrutando de nuestra playa, las terrazas del paseo marítimo, los más conocidos restaurantes del casco histórico, las caballas asadas en las noches veraniegas de la calle de La Palma, los cortejos procesionales de algunas populares cofradías, los puestos del mercado central durante la fiesta de Todos los Santos, el concurso de agrupaciones carnavalescas del Teatro Falla y en todas aquellas formas de esparcimiento gaditanas que eran compatibles con la ordenada vida de un deportista profesional. Era la particular manera de implicarse con un club, una afición y una ciudad que a los ojos de este joven matrimonio se presentaban como una misma e inseparable realidad.
Por eso, dejar el club ha sido para Alejandro y Montse bastante más difícil que afrontar un simple cambio de trabajo. Pero también por todo ello, por la alta valoración profesional y personal que el jugador ha alcanzado aquí y por el arraigo que su familia tiene en nuestra ciudad, la noticia de la marcha de Alejandro Varela se completa con la de su posterior regreso pues él mismo y el presidente han confirmado que, finalizado su periplo murciano, volverá para incorporarse al cuerpo técnico del Cádiz CF.
Es cierto que las personas pasan y las instituciones permanecen, pero también es cierto que las instituciones son entes abstractos y jurídicos que, para lo bueno y lo malo, se hacen realidad a través de las personas que las integran. Así, quienes creemos que un club de fútbol se puede hacer grande a base de personas y no sólo de dinero, recibimos con satisfacción e impaciencia la segunda parte de la noticia, felicitamos a Antonio Muñoz por su sabia decisión y deseamos a Alejandro Varela, Montse, el pequeño Ale y al hermanito que viene en camino que el tiempo transcurra rápido y feliz en Murcia hasta su regreso.