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Miércoles, 5 de julio de 2006
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El botiquín casero sigue omnipresente entre los más mayores de la casa
Los fármacos sobrantes fomentan la automedicación en este sector de la población, una práctica extendida y costosa que pretende combatir la nueva Ley del Medicamento
El botiquín casero sigue omnipresente entre los más mayores de la casa
Unos farmacéuticos dispensan las medicinas a varios clientes. / LAVOZ
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El Ministerio de Sanidad se tendrá que poner el mono de trabajo en los próximos meses para dar eficacia a la nueva Ley del Medicamento, aprobada el pasado viernes por el Congreso, en lo que respecta a uno de sus puntos calientes: la automedicación descontrolada. Este hábito extendido entre la población española, sobre todo en los mayores, está vinculado a esos fármacos sobrantes que se guardan en el botiquín casero para su aprovechamiento. Una práctica que genera un gasto al Sistema Nacional de Salud de 1.600 millones de euros y supone el 31% de los ingresos en urgencias cada año.

El informe Hábitos de salud y consumo de medicamentos en mayores de 60 años, realizado por la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU), evalúa la conveniencia de las medidas propuestas en la nueva Ley de Garantías y uso Racional del Medicamento (Ley del Medicamento) con las costumbres de los nueve millones de españoles que superan esa edad.

Del estudio realizado a 1.700 personas en toda la geografía nacional se desprende que la mitad de los encuestados declaran recurrir a los medicamentos sin receta -aquellos que se publicitan- para aliviar el dolor al instante y estar bien consigo mismo. Este comportamiento aparece más acentuado en aquellas personas que tienen entre 60 y 65 años y en las mujeres. Y la mayoría (54%) reconoce rastrear el botiquín ante una dolencia leve por la falta de tiempo para acudir al médico.

Las principales razones que aluden para consumir un fármaco sin que se lo haya recetado el doctor son: «Por que ya lo conocía» (62%), «ya me lo habían recetado en otras ocasiones» (22%), «lo tenía en casa» (20%), «me lo recomendaron» (5%) y «lo conocía por la publicidad» (2%). En esta práctica los encuestados aseguran contar con cierta complicidad del farmacéutico a la hora de adquirir el medicamento sin prescripción.

«Auténticos arsenales»

La presidenta de CEACCU, Isabel Ávila, asegura que la presencia de «auténticos arsenales» de fármacos en los botiquines caseros es debido a que «nuestros mayores no tienen el hábito de guardar la copia de la receta y confían en su memoria a la hora de recordar las pautas del tratamiento».

Además, «es frecuente que les sobren medicamentos al finalizar un tratamiento, ya que los envases comerciales contienen más unidades de las necesarias».

Con todos estos hábitos encima de la mesa la CEACCU considera que el autodiagnóstico y la automedicación están vinculados a esos fármacos almacenados con el tiempo, bien con restos sobrantes de tratamientos puntuales anteriores, bien porque se han adquirido para tratar dolencias menores.

Los datos de la encuesta corroboran estas afirmaciones: Un 53% admite no guardar la copia del tratamiento porque ya sabe como tomarlo; un 61% asegura que le suele sobrar medicamento; otro porcentaje similar reconoce conservarlo en casa; y tan sólo un 30% de los encuestados asegura desecharlo.

La razón del por qué se guardan reside en la posibilidad de volverlos a tomar por si surgen los síntomas (38%) y por no ir a por una nueva receta (20%), con lo cual, la automedicación es admitida por casi la mitad de los encuestados. Para entender esta práctica hay que tener en cuenta la elevada cantidad de población mayor que acude al médico dos veces al mes (50%), de los que la mitad van únicamente para pedir recetas.
Conocen los genéricos, pero no se recetan
La encuesta de CEACCU asegura que existe un contraste llamativo entre el amplio conocimiento y la aceptación de los genéricos y su uso limitado. Casi la mitas de los encuestados (42%) nunca les ha sido recetado un medicamento genérico, pero un 70% de usuarios dice que sí saben de su existencia y que son más baratos que los fármacos comunes.

Entre el escaso porcentaje que alguna vez le ha sido recetado un genérico, una mayoría (77%) asegura que lo aceptaron sin problema; un exiguo 17% pidieron que le explicaran el porqué del cambio; y tan sólo el 5% trataron de conseguir otro de una marca conocida. Esto supone un 92% de aceptación de los genéricos, que pretende fomentar la nueva Ley del Medicamento.



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