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Martes, 4 de julio de 2006
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CALLE PORVERA
No es cosa de niños
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Antes de iniciar este verano literario-playero que me he planteado perpetrar (como dice un compañero mío cuando escribe) en este rinconcito semanal, voy a denunciar una situación que me llega al alma. Que tomen nota las autoridades locales y nacionales, por favor, que está en juego la infancia de las generaciones del futuro. ¿Qué ha sido de los tebeos? Los niños no saben quiénes son Zipi y Zape, el Botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilio, las hermanas Gilda, 13 Rúe del Percebe, Super López y otros tantos. Eso sí, si les hablas de Mortadelo y Filemón se acuerdan perfectamente de la película, menos da una piedra.

Mi madre tenía que apagarme la luz a las dos de la mañana las noches de verano para que no leyera más y entonces soñaba con las calabazas de los hermanos gemelos y los bombazos que dejan renegridos a los famosos muñecotes de Escobar. Los padres que no les han descubierto ese mundo a sus pequeños, como le diría don Pantuflo enfundado en su batín azul a sus hijos de papel, se merecen el cuarto de los ratones. Pero aún se dan casos más graves: hay chicos de doce años que no saben quién es Gloria Fuertes o a los que sus padres nunca les han leído los cuentos de la Media Lunita o los libros del Barco de Vapor o los poemas más tiernos de Antonio Machado.

Yo tuve esa infancia de mundos de colores, viajes irrealizables y tablas de multiplicar en verso y a eso le debo el que ahora pueda dedicar mi verano a escribir sobre las historias que leo. Mi padre sigue apagándome la luz por las noches y yo, sigo soñando.



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