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Domingo, 2 de julio de 2006
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CALLE PORVERA
Un día cualquiera
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Se trata de una tragedia soterrada, una muerte en vida a la que volvemos la espalda. Mirada perdida, habla muda, recuerdo olvidado, la estampa se queda detrás de la puerta de muchos de nuestros hogares, de nuestro vecindario, de nuestro interés. Es ese maldito alemán que nos borra el recuerdo, que hace que nuestros padres, nuestros abuelos, que una parte de nuestro corazón no nos reconozca, mientras balbucea palabras inconexas y solloza en intervalos eternos.

Y no crean que es algo extraño. Sigan el consejo de Humphrey Bogart y llamen a cualquier puerta, donde encontrarán a los más afortunados, cuidados por su familia, que sufren en silencio una tortura sin nombre que, en esta Andalucía tan liberal y adelantada, sigue recayendo en las hijas, en las nueras, en la mujer. El dinero de las políticas paritarias sólo da para el anuncio de Canal Sur y Onda Jerez, y casi nunca para aliviar el sufrimiento de miles de familias, que paradójicamente, ahorran con su esfuerzo al sistema sanitario centenares de millones de euros, mientras el Asilo San José se cae y el personal médico huye de Andalucía, la tierra donde peor se paga y peor se contrata de todas las regiones, comunidades o repúblicas independientes ibéricas.

Mientras se debaten los derechos del mono, llamen a cualquier puerta y encontrarán sentada a la vera de una cama esa cualidad por la que el ser humano a veces es digno de ser respetado y que algunos incluso llaman amor. Un día cualquiera les puede tocar a ustedes estar sobre el lecho, o peor, ante él.



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