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Jueves, 22 de junio de 2006
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CALLE PORVERA
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Menuda guasa he tenido que soportar durante esta última semana por el inocente comentario que realicé desde estas mismas líneas al proclamar mi sevillismo (hasta la muerte) y celebrar la Copa de Europa ganada por mi equipo este año. Evidentemente, fue gente realmente futbolera la que se apresuró a llamarme por teléfono, a abordarme por la calle, a esperarme en las esquinas, para decirme que me había equivocado, que lo que ganamos fue la Copa de la UEFA, con el correspondiente cachondeo posterior.

Mi primera reacción cuando me avisaron por primera vez de mi 'error' (así, entre comillas) fue ponerme más blanca que la camiseta del Sevilla. Porque, como ustedes comprenderán, una ya está mayor (sólo un poquito) y algo despistada (esto, bastante más), y muchas veces no recuerdo cada palabra que escribo.

Después, recapacité y me dí cuenta... ¿y por qué no? A ver, la Copa de Europa fue engullida, abducida por la Liga de Campeones, convertida en ese torneo tan raro en el que, a pesar de tan rimbombante título, no sólo juegan los campeones de cada liga europea, sino los subcampeones y los que van después de los subcampeones. De hecho, a lo mejor ya va siendo hora de cambiarle el nombre de nuevo.

Así que, lo que ganó el Sevilla puede ser efectivamente una copa de Europa, a lo mejor no la Copa de Europa con mayúsculas, pero copa al fin y al cabo. Y si no, vayan a verla, por el módico precio de diez euros, al estadio Ramón Sánchez Pizjuán.

Como ven, todo depende del color con que se mira. En eso consistía también la labor de un periodista: contar e interpretar la realidad, ¿no? Pues ahí queda eso.



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