L legó la destitución de la junta de gobierno de la Hermandad de Columna con su hermano mayor, Juan Laluz al frente. Se cumplió el guión exactamente como es habitual por estos pagos. Aquí el que se mueve, ya se sabe, que no sale en la foto. Otra cosa es, si realmente merece la pena salir en esa foto. Porque una instantánea permitirá, con el tiempo, comprobar quienes estaban y quién prefirió irse a su casa con la satisfacción de haber dicho y hecho lo que su cargo le obligaba en ese momento. Hay quien asegura que el máximo representante hasta ahora de la institución del Martes Santo, Juan Laluz se lo ha ganado a pulso, porque se ha prodigado en algunos foros donde ha dicho lo que le ha creído oportuno.

¿Ha sido imprudente, o inteligente? ¿No ha sido más bien, que sabiendo que sus horas al frente de su hermandad estaban contadas, optó por no callarse y decir lo que creyó conveniente? ¿Lo han echado o ha dado el portazo, marchándose a su casa con la satisfacción del deber cumplido?. Los que conocemos a Juan, sabemos que entre sus cualidades, precisamente no está la de ser un exaltado, más bien todo lo contrario.

Él, lo que no se puede decir de otros, ha dejado claro que su único compromiso era con su institución, con los intereses de la masa social que lo encumbró hasta la presidencia de Columna. Pese a ello Laluz no está más muerto, cofrademente hablando, (todo lo contrario muy en activo) que otros que aferrados al cargo huelen desde lejos y lo que es peor entierran a la entidad que dicen defender.

A estas alturas es mejor estar fuera, que no ser conocido por las generaciones de cofrades venideras, como los que no sólo no ayudaron a una hermandad como era su obligación, sino que, incluso, suscribieron, el documento que descabezaba a una señera cofradía. Es lo que tiene el tiempo, juez inapelable que pone a cada uno en su sitio, aunque ahora se vayan escondiendo de la prensa, para no tener que dar explicaciones de cuál ha sido su postura en este asunto.