Las tres de la tarde no es una hora muy habitual para ver un partido de fútbol, aún así, muchos bares de la ciudad se llenaron de un público deseoso de presenciar el debú de la selección española en el Mundial de Alemania. La expectación era máxima por conocer el nivel que darían los de Aragonés ante Shevchenko y los suyos, y eso bien merecía amoldarse un poco al extraño horario.

Ayer en la ciudad se respiraba fútbol, ese era el tema de conversación durante toda la mañana. De esta forma, minutos antes de la hora del partido no eran pocos los aficionados que portaban banderas de España por la calle, camino de su lugar de encuentro con los amigos.

En casi todos los bares de la ciudad hubo alguna de estas reuniones, pero los locales situados en los alrededores de la Plaza de Mina volvieron a llevarse la palma, como el pub Mina Five, que dejaba ver en su fachada una inmesa bandera de España con un escudo del Cádiz. Y es que la afición por el fútbol en Cádiz no decae pese al descenso del primer equipo de la ciudad. Por ello, algunas de esas banderas de España incluían un escudo del Cádiz, siempre presente en el corazón de los aficionados.

Parece increíble que en la capital gaditana se desee que pierda el equipo que juega de amarillo, pero así era ayer, porque el color normalmente cadista era el que llevaba Ucrania.

Comienza el partido, la selección genera dudas. «Raúl tiene que jugar», afirman algunos, «Fernando Torres no vale», otros, «apoyemos a los que están», los más comprometidos. Y pronto, muy pronto, la explosión de alegría, gracias al gol de Xabi Alonso en el minuto 13. Las críticas y las alabanzas se tornan en caras de satisfacción, y más aún cuando tan sólo cuatro minutos más tarde David Villa hace el segundo tanto español.

El árbitro pita el final y España suma los tres puntos. Una victoria en la primera fase que hace desbordar la ilusión. «Somos los mejores, vamos a ganar el Mundial», es el comentario generalizado. El aficionado al fútbol es así.