«No hay subordinación a Cuba ni a Venezuela», se defendió Evo Morales ante las acusaciones de los empresarios bolivianos de que sigue las pautas del presidente venezolano, Hugo Chávez, y de la revolución cubana, y de que encamina al país «hacia una indigna dependencia extranjera» de ambos gobiernos.

Hace unos años, una medida similar de Chávez acabó de soliviantar a la ya airada oposición. Morales, que no teme que ocurra algo parecido en Bolivia, acusó a la «cúpula de las federaciones de empresarios privados» de defender «un modelo arcaico, antinacional y derrotado por el pueblo boliviano».

Los empresarios hablan de «aventura ideológica para referirse al actual proceso de cambio y levantan hipócritamente un falso nacionalismo para oponerse a la nacionalización de la economía y del Estado», se defendió el primer presidente indígena del país.

Evo Morales aseguró que con Cuba y Venezuela únicamente hay «acuerdos comerciales y de cooperación». En un anuncio pagado en la prensa, el mandatario socialista se preguntó «cuándo estas organizaciones empresariales levantaron la voz frente a embajadores imperiales (estadounidenses) que actuaban como virreyes, socavando la soberanía de todos los bolivianos».