Hay artistas que a pese a todos los impedimentos, logran sacar a relucir su genuina genialidad. En los primeros puestos de esa lista figura Josephine Baker, a la que Pablo Picasso describió con las pinceladas de «alta, piel de café, ojos de ébano y piernas del paraíso». Una diva negra que para triunfar tuvo que saltar el Atlántico pero que, al cumplirse el centenario de su nacimiento, es recordada con fascinación tanto en EE UU, donde vino al mundo el 3 de junio de 1906, como en Francia, su escenario preferido.