Un tango clásico asegura que veinte años no es nada. Por una simple regla de tres, cuatro debían ser mucho menos que nada. Sin embargo, esas cuentas no van con Álvaro Uribe, quien ha aprovechado el tiempo. Está a punto de retener la presidencia de Colombia hasta el año 2010 en la primera ronda por un rotundo porcentaje a su favor de entre el 54% y el 60%.
El abogado nacido en 1952 y educado en Harvard barrió en la primera vuelta en el año 2002 con su discurso de «mano firme, corazón grande» y su promesa de «trabajar, trabajar y trabajar». Según las encuestas, hoy volverá a ganar con un margen todavía mayor a sus cinco oponentes. Su mandato debía concluir el próximo 7 de agosto, pero una trabajosa reforma constitucional, aprobada definitivamente en octubre del año pasado, le permitió optar por la reelección inmediata, algo prohibido en el país sudamericano desde hacía más de medio siglo.
Para esta nueva contienda, el 'candidato-presidente' no ha ofrecido nada nuevo. Sólo continuar sus políticas. Ofrece mantener la «seguridad democrática -apoyada por los recursos económicos y humanos de Estados Unidos mediante el Plan Colombia para luchar contra el narcotráfico y que afecta a las guerrillas-, la transparencia y la reactivación económica».
Actitud firme
Al concluir el pasado domingo su campaña electoral, Uribe pidió perdón por no haber concurrido a un debate entre los otros aspirantes. Irónicamente, dijo a sus seguidores que había estado debatiendo durante cuatro años en todos los rincones de la patria en lugar de quedarse «tomando whiskisito» con los amigos en Bogotá.
El gobernante, cuyo padre fue asesinado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) al oponerse a su secuestro en 1983, solicitó un nuevo voto de confianza: «Les pido a los colombianos que me den la oportunidad de trabajar cuatro años más, de día y de noche, para dedicarme a 'pechichar' a Colombia». «El secreto de la popularidad de Uribe es que piensa y siente como el colombiano promedio, y la gente siente eso», asegura Tulio Chinchilla, uno de sus antiguos asesores que ahora trabaja como profesor de Derecho en Medellín.
Los escándalos o las denuncias no han hecho mella en su popularidad. Tampoco la violencia originada por las guerrillas de izquierda, los paramilitares o los grupos narcotraficantes. Apenas a un mes de los comicios, un grupo de las FARC asesinó en Pereira a Liliana Gaviria, hermana del ex presidente César Gaviria, lo que le asestó un duro golpe a la campaña.
Ni la pobreza que sigue afectando a una gran mayoría de los 42,9 millones de colombianos ha mermado la simpatía hacia el gobernante, que exhibía satisfecho los buenos resultados macroeconómicos que situaban el crecimiento por encima del 5%. El 53%, 22 millones de colombianos, viven en la pobreza extrema y la marginalidad careciendo de servicios básicos públicos, y atención médica. Y el 21%, unos 8,8 millones, son muy pobres y cubren de manera insuficiente sus necesidades, sufren desempleo y subempleo.
Más seguridad
Pese a todo, uno de los colombianos que acompañaba en La Habana las negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) resumía a esta corresponsal los logros de Uribe en materia de seguridad: «Ahora se puede salir a las carreteras para pasear el fin de semana sin temor a ser objeto de un secuestro al paso. Hace cuatro años eso era impensable». Esa sensación ha calado entre la mayoría de la sociedad colombiana.
Sus opositores aseguran que siendo director de la Aeronáutica Civil (1980-82) -coincidiendo con el auge de los carteles de la droga- concedió numerosas licencias a pilotos de avionetas. También le vinculan con los paramilitares y aseguran que la Ley de Justicia y Paz estaba pensada para beneficiarles. Sin embargo, al aprobarla la Corte introdujo recortes por los que aquellos que con anterioridad hayan sido condenados por crímenes de sangre no podrán acogerse a las nuevas penas, apenas de entre cinco y ocho años. Algunos 'paras' advirtieron sobre la posibilidad de volver a rearmarse.
Un informe de los servicios de inteligencia estadounidenses de 1991 lo describía como un «cercano amigo personal» del capo del narcotráfico, muerto en un enfrentamiento con la policía, Pablo Escobar Gaviria. Uribe contó con la ayuda inmediata del Gobierno de Estados Unidos, que afirmó que el informe no se había corroborado. Habría sido un golpe duro para la Casa Blanca, que ha encontrado en Uribe su mejor aliado en América Latina.
El censo electoral de Colombia incluye a 26,7 millones de personas, pero la abstención se espera que hoy supere el 50%. Las autoridades han reforzado las medidas de seguridad, desplegando a unos 300.000 efectivos de las Fuerzas Armadas y la Policía. Además, estará prohibida hasta el lunes la venta de alcohol y que los civiles lleven armas.