La voz Digital
Domingo, 21 de mayo de 2006
  Alertas   Envío de titulares    Página de inicio
PORTADA NOTICIAS ECONOMÍA DEPORTES OCIO CLASIFICADOS SERVICIOS CENTRO COMERCIAL PORTALES


TOROS
DECIMOPRIMERA DE LA FERIA DE SAN ISIDRO
Ponce, poca fortuna
El valenciano se encontró un lote complicado aunque supo lidiar con dignidad a un complicado cinqueño
Ponce, poca fortuna
EXPERIENCIA. Derechazo de Enrique Ponce a su segundo.
Imprimir noticiaImprimirEnviar noticiaEnviar
LA FICHA
Cuatro toros de Javier Pérez Tabernero, serios y variados de condición, hechuras y juego; uno -2º- de José Luis Pereda, con genio, muy violento; y un sobrero de La Dehesilla (María José Pereda), 5º, con movilidad.

Enrique Ponce: saludos tras un aviso y silencio.

Salvador Vega: silencio tras un aviso y saludos.

Álvaro Justo: que confirmó alternativa, silencio en los dos.

Lleno: Primaveral, ventoso.

Publicidad

Como toreaba Ponce, la plaza estuvo dividida desde el principio en dos partes, que no mitades: una inmensa mayoría inclinada a favor, pero mayoría silenciosa, y una fracción exigua pero ruidosamente presente. La mayoría siguió con pasión el serio y seguro arrojo con que Ponce dispuso del violentísimo cinqueño de Pereda que completó la corrida.

Ponce era el asunto y el protagonista. Probablemente a su pesar, porque se pensó mucho la invitación obligada a torear en San Isidro. Al paso adelante no le acompañó la fortuna. Primero, porque en el lote de Ponce sólo entró un atanasio y resultó, además, el de peores estilo y hechuras. Cualquiera de los otros tres toros de Tabernero le habría encajado. Por ejemplo, el noble primero que había cedido simbólicamente el a Álvaro Justo en su confirmación de alternativa. La finta del destino, en esta su única tarde de San Isidro, no se quedó ahí. A Ponce le gusta mucho la ganadería de José Luis Pereda, pero de ahí salió el genio fiero del toro que Ponce mató por delante. No lo mató ni a la primera ni bien. En cambio lo toreó con majeza, hombría, gusto, técnica y delicada inteligencia.

Frenado y nervioso a la vez, el toro se espantaba al reclamo del caballo. Ponce corrió con el peso de la lidia, que fue muy trabajosa. Los que estaban contra Ponce murmuraban contra el toro y el torero a la vez. Después de muchas huidas recibió el toro un tercer puyazo muy trasero y el remedio resultó peor que la enfermedad. El toro pegó a partir de entonces unos cabezazos brutales. En banderillas la violencia ganó de grado. Encima, se levantó viento. Con tanto en contra, Ponce, sometió al toro en el tanteo con poco más de media docena de muletazos. Aunque llegó a dibujar y ligar hasta tres tandas en redondo de cuatro y las tres rematadas con el contrario, el toro pegó trallazos brutales y apuntaba a las tablas en cada salida.

Si no es Ponce, no se ve el toro. Antes de la igualada, el macheteo de pitón a pitón se hizo difícil porque hasta entonces se estuvo defendiendo el toro. De tanto esfuerzo Ponce salió sin mancharse ni sudar siquiera una gota. La entrega tan generosa se agradeció.

La otra faena de Ponce fue más sorda y menos aparatosa, porque también el toro tuvo otra música: pese a negarse, no fue violento. Pero de los cuatro atanasios que se acabaron viendo enteros, éste fue el único de verdad cobardón.

Molestó el viento

El toro de la confirmación de Álvaro Justo fue noble pero salió frío y se quedó sin romper. Hizo viento, Álvaro no se salió de las rayas, la faena pecó de monocorde, tuvo oficio. El sexto, sin fuerza alguna, se vino al suelo varias veces, la corrida se había pasado de las dos horas, pesaba y no hubo manera.

A Salvador Vega le faltaron astucia y recursos para sacarle al aquerenciado tercero el fondo que tenía y le faltó también decidirse a templarse en serio por la mano izquierda con el sobrero de Pereda que tanto se movió aunque no llegara a entregarse. En uno y otro caso molestó el viento.



Sudoku Canal Meteo Horóscopo
Vocento