El general cabalga de nuevo sobre el centro de Jerez. Ese tal Primo de Rivera, que algunos confunden con su sobrino, total tienen el mismo apellido, ha vuelto a su pedestal. Se acabó el carbón. Tercer año triunfal. Primo de Rivera, dictador para unos, dictablando para otros, va a volver a llenar los papeles, casi 77 años después de que fuera historia para la historia. Esa misma historia que por cierto, ha olvidado que Largo Caballero, el Lenín español e insigne miembro del PSOE fue miembro del Consejo de Estado y colaborador de Primo, que además de hacer el primo para los españoles, lo hizo para la posteridad. En fin, la historia está para olvidarla. O para reescribirla. Primo de Rivera ha vuelto a la plaza del Arenal desde su restaurador exilio y durante unos meses va a llenar el debate de los ciudadanos. Y no es que esté bien o mal. Total las modas vienen y van, pero 31 años después, todavía está ahí el Grupo Escolar Generalísimo Franco. Y a ver si lo cambian ya. Pero da lástima que un trozo de bronce genere más debate que los 370 millones de euros que debe el Ayuntamiento de Jerez, más movilización que los 17.000 (ah, perdón, son 16.600) parados de la ciudad. Que un montón de granito sea más importante que la crisis de las azucareras, que los préstamos para Urbanismo o que la nueva OCM del vino, que viene a borrar lo poco que queda de lo que fue un día el vino de Jerez.
Pero afortunadamente, siempre nos quedará París, que diría el amigo Rick. A las barricadas por la deslocalización de las casetas de la Feria. Y a emigrar a Palma, que comienza el verano. Eso sí que es una movilización y lo demás son tonterías.