Desde hace un mes, EE UU realiza maniobras militares en el Caribe. Es la operación Partnership of the Americas e incluye la presencia de 6.500 soldados, portaaviones, submarinos nucleares y aviones de caza F16. Este despliegue de fuerza ha puesto muy nervioso a Hugo Chávez, quien, en respuesta, ha denunciado un intento de agresión militar. La historia comenzó el 16 de febrero pasado, cuando la secretaria de Estado afirmó que Venezuela constituía uno de los mayores problemas para Estados Unidos y acusó al país de ser el punto de tránsito clave para la droga colombiana por haber rechazado la entrada de los funcionarios del Departamento de lucha antidroga, acusados de espionaje por Chávez. Tras las declaraciones de Condoleezza Rice, Chávez montó en cólera. Acusó al Departamento de Estado de haber apoyado a algunos sindicatos venezolanos que preconizan una huelga en el sector petrolífero para desestabilizar el país y blandió la amenaza de suspender los suministros de petróleo.
Con el histrionismo que le caracteriza, Chávez dijo: «El gobierno estadounidense debe comprender que si se pasa de la raya no va a tener petróleo venezolano». «Si cree que yo no puedo tomar esa medida [...] está muy equivocado». La contestación de Bush fue: «Estados Unidos tiene derecho a intervenir unilateralmente contra todo Estado considerado como hostil a los intereses de Washington». Y hace tres días impuso una prohibición a las ventas de armas a Venezuela al considerar que Chávez no está cooperando en la lucha internacional contra el terrorismo. Hoy, Estados Unidos se prepara para el impacto de un posible corte del petróleo de Venezuela. Allí compra diariamente 1,5 millones de barriles. Es su cuarto proveedor, después de Canadá, Arabia Saudita y México. Si les preguntan a ustedes por qué bajan las Bolsas, suben los tipos y sigue creciendo la inflación no se olviden de añadir esta crisis a la lista de las razones por las que el petróleo se dispara.