Los iraquíes continúan pagando con sus vidas la barbarie incontrolada que la insurgencia siembra a diario en el país del Golfo. Al menos 35 personas murieron ayer en diferentes atentados, la mayoría dirigidos contra las fuerzas de seguridad. Mientras, el primer ministro designado, Nuri al- Maliki, mantiene negociaciones para formar un nuevo gobierno.

En el atentado más cruento de la jornada fallecieron catorce personas y otras seis resultaron heridas. El infierno se desató cuando dos terroristas suicidas hicieron explotar sus dos coches bomba en una carretera que conduce al aeropuerto de Bagdad. Según informó el mando militar estadounidense en un comunicado, el doble ataque tenía como blanco un puesto de control cercano a una base de las fuerzas de la coalición.

En Bagdad, una cadena de atentados segó la vida a al menos 19 personas, entre ellas tres agentes. La oleada de acciones terroristas también causó heridas de diversa gravedad a 28 civiles y cinco policías. Asimismo, diez cadáveres con señales de tortura fueron encontrados en distintas partes de la capital, según anunció el Ministerio del Interior. También en Bagdad, dos guardaespaldas del titular de Exteriores saliente, el kurdo Hoshiar Zebari, perecieron y otros tres resultaron heridos en un ataque con bomba contra un convoy oficial.

Las fuerzas de la coalición también registraron nuevas bajas. El Ministerio de Defensa de Reino Unido informó ayer de que dos soldados británicos murieron el sábado en un ataque en Basora. Y ayer fueron las tropas de EE UU las que sufrieron el azote insurgente al perecer dos marines al explotar una bomba en una carretera bagdadí.