Ya está bien. De verdad, ya está bien. Ustedes saben lo que es un rebujito, ¿no? ¿De verdad creen que puede costar una jarra de plástico nueve euros? ¿Y pagar más de veinte euros por una ración de jamón? Bueno, suponiendo que el alcohol haya afectado tanto a nuestro sentido de la medida, que aceptemos ración por plato de taza y Ayuntamiento como empresa con beneficios.

Ya está bien. Que sí. Feria es Feria. Las nubes se levantan y los precios también. ¿Pero no se ha planteado que esto es un atraco a mano armada? De verdad. Y eso sin hablar de la inflación del Jueves de Feria. Al final, uno acaba como en la Alemania de los años veinte, cuando el precio de la barra de pan se doblaba de un día para otro. Pues lo mismo.

Ya está bien. Las casetas eran antes un lugar de diversión, no el brazo armado de un bar. Esto es un abuso, e incluso un insulto a la inteligencia. Y me responderán ustedes: «si no te gusta no vayas». E incluso otro dirá. «Si quieres esto, lo tienes que pagar»: ¿Saben lo que les digo? Que ya estoy harto de pagar. Que lo han conseguido, conmigo y con cada vez más gente, que ya no va más de un día, que aprovechan los días de vacaciones para irse de Jerez y dejar la Feria para los feriantes que se olvidan de la cartera.

Ya está bien. La Feria era antes algo más que un gigantesco parque de bares, en la que el rico y el pobre encontraba un rato de diversión y olvidaban por un momento su condición. Se acabó. Hay que poner freno, o nuestra Feria desaparecerá.

Ya está bien. De verdad.