La afición del Cádiz se encuentra profundamente dividida acerca de la posible continuidad del uruguayo Víctor Esparrago al frente del banquillo amarillo. Mientras que sus partidarios avalan su trayectoria deportiva y le eximen de una pérdida de categoría que achacan a jugadores o Junta Directiva, los detractores no perdonan al entrenador el no haber conseguido enderezar el rumbo del equipo cuando comenzó a perder fuelle a mitad de temporada. Entre sus principales pecados se incluirían el no haber hecho un mayor uso de la cantera, su escasa de comunicación con la plantilla, la falta de ambición mostrada en algunos partidos o su responsabilidad en una decepcionante política de fichajes.