El que fuera mano derecha en los negocios de Silvio Berlusconi, abogado de su imperio audiovisual y ministro de Defensa en su primer Gobierno de 1994, Cesare Previti, se presentó ayer en la cárcel romana de Rebibbia tras ser condenado la noche del jueves de forma definitiva de corromper jueces en el proceso IMI-Sir. Es el único de los tres procesos abiertos en su contra por el mismo delito que hasta ahora ha conseguido llegar a su fin, no obstante los numerosos ardides legales ideados por el Gobierno de Berlusconi para intentar salvarle.
La acusación del caso IMI-Sir está en pie desde hace diez años y Previti ha acumulado sentencias condenatorias en todos los grados judiciales (11 años, luego 7 y ayer, 6 años), pero esto no ha sido inconveniente para que haya sido siempre parlamentario y en las últimas elecciones figurara como número dos de Forza Italia en la lista de Roma. Sólo el firme veto del entonces presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, que conocía al personaje, evitó que fuera ministro de Justicia en 1994.
Tras conocerse la sentencia del Supremo, Previti renunció a su escaño y acudió voluntariamente a prisión, pues de esta manera se beneficiará más rápido de una ventaja introducida por otra de las leyes de Berlusconi: los mayores de 70 años pueden cumplir la condena en casa. Aunque ya no es como antes, cuando salían a navegar juntos, y ahora le evita escrupulosamente, Il Cavaliere ha protegido hasta lo indecible a su abogado porque sus suertes estaban ligadas. El caso IMI-Sir que acaba de concluir es el único en el que no aparecía Berlusconi, pero estaba acusado de ser quien pagaba los sobornos gestionados por Previti en otros dos procesos: el SME y el Mondadori.
Prescripción del delito
El hasta ahora primer ministro ha conseguido librarse de ambos juicios por la prescripción del delito, aunque quedó claro que la corrupción se hizo con dinero de su empresa Fininvest y favoreció sus intereses. En cambio, Previti ha encajado severas condenas en todos los frentes, que se dirigen hacia la sentencia definitiva si la prescripción no acude en su ayuda. Lo hará en el caso Mondadori, que también se dilucidó ayer. Como tiene los mismos protagonistas, siempre en los papeles de corruptor y corrompido, el tribunal decidió acoplarlo al caso IMI-Sir. En este filón paralelo del caso Mondadori, el Supremo dio la vuelta a la absolución en segundo grado, avaló la tesis de la condena de la primera instancia y ordenó repetir el juicio, pero será en vano porque llegará la caducidad legal.
El escándalo IMI-Sir se remonta a 1990. Previti consiguió para la familia del industrial Nino Rovelli una sentencia a su favor en un litigio con el Estado que les proporcionó una indemnización millonaria, por la presunta omisión de ayuda a su empresa, la SIR, por parte del ente público IMI. Fue un ejemplo más de la increíble corrupción que se instauró en los 80 y los 90 en los tribunales de Roma, con Previti como protagonista con varios jueces en nómina para arreglar los asuntos de sus clientes.
El más ilustre, Silvio Berlusconi, ayer no hizo declaraciones, pero Previti dijo que ha sido víctima de una «Justicia exclusivamente política» que envía «conscientemente a la cárcel a un inocente». Por supuesto, en Italia ya nadie se escandaliza de nada y se considera faccioso mirar a Berlusconi en situaciones como ésta. De hecho ayer nadie lo hizo.