Las fronteras de Israel cambiarán «significativamente» en los próximos años, aunque el Estado judío no abandonará los grandes bloques de asentamientos que existen en territorio palestino, anunció ayer el primer ministro Ehud Olmert durante el discurso de investidura que pronunció en la Kneset (Parlamento).
Como estaba previsto, la Cámara dio su aprobación al nuevo Gobierno por 65 votos contra 49. El Gabinete está integrado por veinticinco ministros -uno de los más numerosos en la historia del país hebreo-, y cuenta con el respaldo de cuatro partidos y de 67 de los 120 escaños que la componen, si bien es posible que en las próximas semanas se incorporen a la coalición otras formaciones.
«Las fronteras que se formarán en los próximos años serán significativamente diferentes a los territorios que hoy controla Israel», manifestó Olmert ante los diputados. El primer ministro advirtió que el mantenimiento de los asentamientos aislados, es decir de las colonia pequeñas y apartadas de Cisjordania, donde viven más de dos millones de palestinos, constituyen «una amenaza al Estado de Israel como Estado judío».
Olmert añadió que lo mejor sería establecer las fronteras mediante una negociación con los palestinos, aunque descartó que pueda producirse en los actuales momentos, puesto que un Gobierno liderado por una «organización terrorista» no puede ser parte de las conversaciones. En consecuencia, lo «deseable» es que Israel establezca sus límites de manera unilateral, prescindiendo de los palestinos. Para ello, Olmert, que este mismo mes viajará a la Casa Blanca, buscará el apoyo del presidente Bush.
En una entrevista que ayer publicó el diario hebreo Maariv, el presidente palestino, Mahmud Abbas (Abú Mazen), declaró que ha recibido un mandato de la población para negociar con Israel y, por lo tanto, no se puede permitir que Olmert establezca las fronteras prescindiendo de los palestinos.
Leyes internacionales
La ocupación de Cisjordania en la guerra de 1967 viola las leyes internacionales, aunque Tel Aviv la justifica argumentando que ese territorio pertenece a los judíos porque hace más de dos mil años tuvieron un Estado en la región.
Abú Mazen teme que el plan unilateral israelí conduzca a la anarquía y sirva para que la violencia renazca con fuerza, aunque no es el único que lo rechaza. Ayer mismo, el primer ministro, Ismail Hanniya, de Hamás, denunció la política de Olmert de establecer hechos consumados sobre el terreno.
«Estamos a favor de cualquier retirada israelí. Si se van a ir de nuestra tierra, no vamos a correr detrás de ellos para que vuelvan, aunque esto no significa que aceptemos una política de hechos consumados», manifestó Hanniya.
Olmert, que denomina «plan de convergencia» a las medidas unilaterales, podría ver cómo se deshace su coalición si lleva al Parlamento la iniciativa puesto que los ultraortodoxos de Shas, que están en el Gobierno, se oponen a la retirada de Cisjordania.
En un caso así, el primer ministro necesitaría el apoyo de los partidos árabes y del socialdemócrata Meretz. El plan prevé la retirada de unos 70.000 de los 250.000 colonos que viven Cisjordania. Sólo en Jerusalén residen más de 200.000.
Mientras, un taxista palestino fue abatido anoche por soldados israelíes cerca de la localidad cisjordana de Naplusa de un disparo en el pecho. Los militares justificaron su acción al asegurar que el vehículo había irrumpido en una zona prohibida.