La jerarquía católica no puede ocultar que le preocupa el progresivo alejamiento y desafección de los jóvenes de la Iglesia, como se empeñan en recordar recientes estudios sociológicos. Por eso, la Conferencia Episcopal está decidida a embarcarse en un profundo proceso de reflexión y 'honesta' autocrítica. Ahora bien, este autoexamen no debe obviar que la situación creada tiene un evidente caldo de cultivo. «No tiene nada de extraña, porque en la juventud brota lo que los adultos siembran. En una sociedad donde el laicismo está en el poder, donde hay una militancia laicista y, por tanto, una gran permisividad e indolencia de buena parte de la sociedad con las cuestiones religiosas y morales, es lógico que la juventud no se manifieste excesivamente preocupada» con los asuntos religiosos.
Lo dijo, sin ambages, monseñor Fernando Sebastián, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, durante el acto en el que presentó el Encuentro Nacional de Jóvenes que tendrá lugar en Pamplona y Javier del 4 al 6 de agosto.
El prelado enfatizó, no obstante, que cualquier objetivo que se marque la cúpula católica para recuperar a las ovejas descarriadas no debe partir de una autocrítica que ponga en riesgo su labor fundamental: difundir la presencia y el mensaje de Jesucristo.
Clases de Religión
Según el obispo, «ciertos medios casi se alegran» de la escasa presencia de los jóvenes en la Iglesia, «y eso no es bueno para nadie». «Estamos tratando de reflexionar sobre cuáles son las causas y en qué podemos mejorar nosotros». Pero, aunque el panorama no es halagüeño, «cada vez hay un porcentaje mayor de jóvenes identificados con la Iglesia», argumentó.
A pesar de los problemas, agregó Sebastián, «no hay ninguna otra asociación que pueda presentar un grupo tan numeroso y cualificado de jóvenes». Recordó que, en una concentración en Santiago de Compostela que agrupó a medio millón de jóvenes durante la noche, «no hubo ni una bronca, ni borracheras ni jeringuillas, era una juventud sana y alegre». En cualquier caso, para revertir la situación planteada, la Iglesia deberá centrar su trabajo, según este obispo, en «mejorar el proceso de iniciación cristiana, en las catequesis, y en defender la formación religiosa en las escuelas, públicas y privadas, en la medida que nos dejen».