Ahora que se acerca la Feria, la verdadera Semana Grande de Jerez, hago un balance de la anterior, y me parece «casi normal» que me la pasara tan bien como me lo pienso pasar la próxima.Y esto no lo entiendo ni yo. O me lo paso bien, o fatal, pero casi bien o casi mal es como haber ido a la Feria y no enterarme de que he estado. Tras una visita al diccionario de la Real Academia, la misma dice que este adverbio de cantidad es «poco menos de», «aproximadamente», «con corta diferencia», «por poco», ha faltado un pelo del coño de una pulga, más o menos viene a decir. Y decir que una cosa es casi normal es como esperar que ésta ocurra, no sé si para bien o para mal, pero se espera que ocurra. Las cosas que pasan antes, durante y después de la Feria me parecen a mí que son paranormales. Por eso creo que la única persona que podría darnos una explicación exacta de lo que ocurre en Feria es la Bruja Lola. Lo que yo espero de la Feria es encontrarme con viejos y actuales amigos, pillar una papa monumental con ellos, jartarme de comer pimientos, entrar en el mayor número de casetas posibles, etcétera. Vamos, cosas casi normales para una persona normal y en busca de diversión, que para eso se va a la Feria, ¿joe!. Lo que no espero de la Feria es que me controlen por videocámara para que después se lo digan a mis conocidos; «mira lo que ha hecho el guarro de vuestro amigo», que un menda, me da igual su raza o credo, se líe a tiros en una de las calles del recinto, que un puñado de canis persigan a unos inberbes jovenzuelos y les apuñalen en la puerta de una caseta... Por ahí no paso, eso si que no es normal. Puede que haya algún rifirrafe, eso si que es casi normal, pero lo otro no. Y en caso de que ocurra, que apechuguen. O que no hablen.