El Barcelona ha dado un nuevo paso de madurez, ha adaptado su juego a las circunstancias y al oficio del Milán y ha terminado ganando por 0-1 en San Siro gracias a un pase genial de Ronaldinho y una culminación perfecta de Giuly. Ambos equipos han desplegado todo un ejercicio táctico pero los de Rijkaard se han impuesto a las autoridades milanistas y se llevan a Camp Nou una ventaja importante pero no definitiva.
Se esperaba al mejor Ronaldinho en Milán, y el Balón de Oro respondió a la exigencia del rival, del estadio y de la competición con una actuación decisiva. Supo escapar del tono general del choque entre dos equipos con demasiado respeto para lanzar al Barcelona hacia la final de París doce años después de su última final, precisamente ante el Milan en Atenas (4-0).
Poste de Gilardino nada más empezar
Más allá de su figura, el Barcelona se trabajó un triunfo de prestigio (el Milan no caía en San Siro en competición europea desde el 9 de diciembre de 2003 frente al Celta) firmando un partido muy serio y emitiendo señales de equipo maduro. De la importancia de la victoria azulgrana habla el potencial del conjunto italiano, un equipo práctico por naturaleza que apenas necesitó diez minutos para poner en apuros a Valdés a través de un disparo al palo de Gilardino.
Sin tiempo para recuperarse del susto, Valdés se vio frente a frente con Shevchenko, que remató de primeras una pelota templada por Seedorf al área barcelonista a las manos del portero. Falto de referentes, el Barcelona acudió a Ronaldinho. Nadie como el brasileño para tener la pelota y amedrentar al rival. Stam no le dejó respirar, Gattuso se pegó a él y Nesta basculaba una y otra vez para frenarle, y entre los tres asfixiaban su creatividad.
Iniesta tardó en hacerse con el control del balón en el centro del campo pero cuando se soltó los nervios sirvió a la media hora de juego un balón entre Nesta y Kaladze para la carrera de Giuly, pero al francés le falló el sprint cuando enfilaba hacia un mano a mano con Dida y el meta milanista atrapó el balón. De Giuly no hubo más noticias hasta la segunda parte, cuando apareció para sentenciar, pero cuando el Barça se dio cuenta de que la defensa del Milan también presenta vías de agua, empezó a sacudirse el dominio del encuentro.
Kaká desperdició un gol dándole el pase a Gilardino
El Milan encendió la reanudación con su llegada más peligrosa, un balón colgado al área sin mucho sentido por Shevchenko, pero recogido brillantemente por Kaká y enviado a la frontal del área pequeña para Gilardino, cuyo remate, muy forzado, se esfumó rozando la escuadra de Valdés. De los delanteros del Milan apenas se supo nada más, salvo una error de Ambrosini cuando tenía todo a su favor para batir a Valdés, pero sí de Ronaldinho.
Rosca de Ronaldinho y bombazo de Giuly
El brasileño convirtió un balón que no parecía nada del otro mundo en una extraordinaria asistencia de gol con una rosca imposible hacia Giuly. Desde el vértice derecho del área chica de Dida, el francés fusiló al portero con un zurdazo seco que deja al Barca a las puertas de la final de París. Animado por su ventaja, el Barcelona se soltó. Dominó el partido a su antojo y llegó incluso a disfrutar de un par de ocasiones más, en botas de Ronaldinho, que envió un balón al palo en el minuto 65 tras una carrera de 45 metros.
Ancelotti quemó sus últimos cartuchos con la entrada de una leyenda viva, Paolo Maldini, un lateral con espíritu de extremo, Cafú, y un gris jugador de entre líneas, Ambrosini, pero el Barcelona se resistió a dejar escapar una victoria que adornó a lo grande, templando el partido ante un rival desesperado y mecido por los olés del público azulgrana desplazado a San Siro.