... ¿Qué bien aprendí que eras de los males de aquél niño la más hermosa enfermera! Junto a ti, Madre del alma, camina mi vida entera que ya mis Avemarías sólo en Amargura rezan. Soy tan de tu azul bendito
que mis notas romanceras
se visten de azul y blanco
cuando recito poemas. Tu eres mi Madre, Amargura, la que por siempre me espera la que media en mis pecados la que me da nuevas fuerzas la que va en mis ilusiones la que guardo en la cartera la que trabaja conmigo la que está en mi toga negra la que ha estado en mi pregón la que siempre estará cerca si algún día, Virgen mía, -ojalá Dios no lo quiera- de Tu Nombre me alejara y de tu lado me fuera si no volviera a mirarte si a rezarte no volviera yo te suplico, Amargura, no me lo tengas en cuenta no te apartes de mi lado nunca tus ojos me vuelvas arrópame suavemente con tu manto de princesa y despacio, muy despacio, vuelve a llevarme a tu puerta. Porque allí quiero quedarme hasta que falten mis fuerzas hasta que tu Hijo disponga que me vaya de esta tierra. Y cuando parta,Señora, sólo una cosa quisiera: que me lleven junto a ti porque, aunque verte no pueda, quisiera verte en el cielo quien tanto te amó en la tierra. ¿Llevadme ante la Amargura y en su capilla pequeña entonadle la plegaria que Gallardo compusiera!
¿Llevadme ante la Amargura que aunque mi carne esté muerta de azul y blanco vestido cuando traspase sus puertas gritaré por mis despojos desde un azul sin fronteras: ¿BENDITA SIEMPRE AMARGURA EN LOS CIELOS Y EN LA TIERRA!
Pregón Semana Santa 2001 de Enrique V. de Mora.