Samuel Beckett hubiera desaprobado, a buen seguro, la cascada de actos que a partir de este jueves celebran los primeros cien años de su nacimiento. Unos actos a los que hubiera negado su asistencia y que tendrán su epicentro en Irlanda. Allí apenas pasó la tercera parte de su vida este Nobel asocial y tránsfuga de su lengua, pero que con sus compatriotas James Joyce, William Butler Yeats forma el triunvirato mayor de la letras inglesas del siglo XX.
Dublín acogerá un macro-festival beckettiano que incluye una reunión de especialistas en su obra, una exposición en el Trinity College y un recorrido biográfico organizado por la Biblioteca Nacional irlandesa.
La millonésima representación de Esperando a Godot acaparará el protagonismo de la evocación teatral en la que se comprometen grandes directores y actores en montajes de piezas como Eh Joe, Final del partida o La última cinta de Krapp.
También el mundo del cine y del arte contemporáneo tomarán como pretexto el desolado universo beckettiano para la realización de películas y obras como las de Karel Reisz, Neil Jordan, Atom Egoyan, David Mamet, Alan Gilsenan, Anthony Migghella -e instalaciones y esculturas- Philp Guston, Bruce Nauman, Damien Hirts, Robert Gober.