Siete minutos de cocción y estará lista y al dente para recibir su salsa. Hasta ahí, como todas. Sin embargo, la pasta de la empresa gaditana Pancracio no es como las demás: está hecha con cacao puro. Más allá de los cánones clásicos de la cocina, la última irreverencia cool de Pedro Álvarez ha cosechado éxito de público entre compradores de todo el mundo, que acuden a su página web ávidos de la línea cuidada de sus productos chocolateros de alta gama.

«Ojo. No es una pasta dulce», advierte Álvarez. Y es que su nueva creación, que fue elegido Producto Innovación en el pasado Salón Internacional de la Alimentación de París tiene un gusto salado. «Hay que recordar que no es una pasta hecha con chocolate, sino con cacao puro, que es una materia muy amarga», dice el empresario.

De los acompañamientos que pueden hacerle el coro de sabores al cacao, Pancracio recomienda algunas sencillas salsas. «Con mantequilla y salvia está buenísima, aunque también con carbonara, cuatro quesos, etc. En general con cualquier salsa a base de nata queso o aceite de oliva; algo suave que no tape el sutil aroma de la pasta. Nada de tomate, ni salsa bolognesa», aconseja Álvarez.

Sin embargo, la innovadora pasta no es la única tentación negra de Pancracio, que está especializada en las delicias del cacao y se jalona de tabletas, trufas, turrones o crujientes con sabores novedosos como regaliz, naranja, barquillo, coco, limón o kikos. Para conseguir los mejores aromas, Álvarez cuenta, además de con su experiencia como apasionado del chocolate, con la opinión de expertos de la Universidad de Zaragoza que asisten a catas para detectar las mejores materias primas como cazadores de sabores. De hecho, desde ayer, sus chocolates -que se venden por la red y en una decena de sitios exclusivos en España como el Nuevo Almacén de Cádiz- se pueden encontrar en la meca de lo fashion, las Galeries Lafayette de París.

Marca de estilo

Pedro Álvarez intenta con Pancracio ofrecer algo más que el mejor chocolate, sino que, conocedor de lo duro del mercado, le ha impreso una línea de estilo propia. Llama la atención la cuidada presentación de sus productos. Juega con cajas y papeles de un blanco luminoso con el nombre de Pancracio en letras negras.

Las nociones de packaging de Álvarez tienen su porqué, ya que ha dedicado su vida a crear diseños de productos para los demás. Fue en esas lides, estando en Nueva York a mediados de los 90 y en plena fiebre del expresso gourmet, cuando nació la idea de Pancracio y se embarcó en un viaje de preparación, cursos y aprendizaje a las órdenes de grandes como Biaggio Settepanne de Bruno Bakery. En 2003, decidió hacer una pequeña producción de turrones y trufas para familiares y amigos, y vender lo que sobrase. Su última propuesta, a punto de salir del horno, va de especias: chocolate blanco con romero y cilantro con chocolate negro.