El tendedero, con este nombre inicio una serie de artículos, opiniones, confesiones o sincericidios por escrito en este nueva VOZ que nos llega con el sol radiante y turbador de la primavera. El tendedero algo muy nuestro, en femenino, aunque escribir para mujeres no me importaría no es el objetivo. Es introducir esa perspectiva, contar la vida con otras palabras, con la naturalidad de lo que forma parte de nuestra vida cotidiana desde siempre.
Poner la lavadora es de esas tareas que los hombres asumen con una cierta rapidez, pero salir a tender y exponerse públicamente como hombre de «su casa» es otro cantar. Tiempos pasados, no hace tanto. Colocar la ropa procurando que no se arrugue, utilizar el menor número de pinzas, todo en el breve espacio de cuerda disponible, requiere pericia. Una importante reunión, una trascendente conversación, una divertida fiesta, llueve, un pensamiento compartido atraviesa más mentes de mujer que de hombres: ¿Dios tengo ropa tendida!, ¿o no? Pues eso que todavía queda.
Desde aquellos que se levantaban airosos empujados por una caña a los comunitarios de las azoteas y patios de vecinos (y vecinas); desde los compartidos con la vecina de enfrente con sus chirriantes carruchas a los privados de nuestras terrazas y adosados; desde los públicos de las ventanas de los bloques de barriada, a los modernos y plegables que caben en cualquier sitio, a todas, y a todos, la palabra tendedero nos evoca una imagen, un sonido, un olor, una vivencia.
Aprender del tendedero, de su virtud de mostrar sin pudor lo que hay, su descaro al no ocultar si es lencería fina o de algodón, si tangas o gayumbos, sábanas de seda o toallas del mercadillo; todo queda expuesto.
Un artículo de opinión es como un tendedero donde exponemos ante la consideración del que por allí pase nuestras ideas. Aunque la ropa sucia no se tiende sin antes lavar, ya me entienden y las secadoras estropean las prendas delicadas. Un tendedero para colgar sentimientos, experiencias, emociones, opiniones y ocurrencias que, con mayor o menor acierto, contarán la vida y mirarán el mundo con una perspectiva de género.
Habrá días que lloverá y se mojarán los pensamientos, otros hará sol y lucirá todo más limpio; Si no sujeto bien las ideas se pueden volar con el viento, si pongo demasiadas en un mismo cordel no dejaré que fluyan con nitidez. Como decía saber tender tiene su arte, pagaré alguna novatada. Pero las cosas para que salgan bien hay que hacerlas «a su amor» y así se harán.
Lo mejor de mi quedará prendido de este Tendedero, que lo disfruten.