Debe ser duro eso de ser la referencia en ataque en un equipo de Segunda División. Normalmente, en esta categoría no vas a recibir ningún pase de Zidane que te deje solo delante del portero. Además, es más que probable que tropieces con defensas expeditivos, curtidos en mil batallas y con una concepción del fútbol más cerca de la épica (hay centrales que carecen incluso de dientes delanteros) que de la lírica. Sin embargo, ser ariete de un equipo que se enfrente al Xerez Deportivo en estos últimos meses debe ser tan fácil como engrosar las listas del paro en la provincia. Tarde o temprano sabes que caerás en sus redes. Esa es la radiografía que puede hacerse del partido realizado por Llorente y Geijo.
Las dos referencias ofensivas de ambos equipos tuvieron actuaciones contrapuestas y todo se debió a los acompañantes que tenían. No es lo mismo que te suministre balones el ex- madridista Tote o el canterano Álvaro (Garrincha, ayer) que lo haga Iván Rosado o Alex Fernández, ambos futbolistas no están ni para media hora.
El delantero del Real Valladolid apenas intervino en la construcción, curiosamente en eso se parece a Geijo, pero esperó con paciencia felina su oportunidad para meterse en el papel de ejecutor, de mercenario del gol. Le pagan por marcar y lo hace sin estridencias, sabiendo que su puesto es para especialistas. Ayer se reivindicó haciendo lo que mejor sabe hacer: empujarla para adentro.
Así se escribe la historia de lo que hicieron en Valladolid dos humildes delanteros de la división de plata. Habría que ver si Geijo funcionaría mejor con un centro del campo compuesto por Tote y Álvaro, o si Llorente brillaría con Iván Rosado y Álex Fernández. Pero ya se sabe, si mi abuela tuviera ruedas...