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Jerez: del cachondeo a la penitencia judicial

La única ciudad española que puede ver encarcelados, a corto plazo, a la mayoría de sus alcaldes en democracia

Jerez: del cachondeo a la penitencia judicial

El 3 de abril de 1979 se celebraron en España los primeros comicios municipales en democracia tras la dictadura franquista. Un joven jerezano, que apenas llegaba a los 30 años, se alzaba con la victoria en Jerez, una ciudad marcada por las profundas divisiones sociales, con un incipiente desarrollo urbanístico y una organización interna donde pesaban mucho los poderes fácticos heredados por linaje y riqueza.

En ese contexto socio-económico, Pedro Pacheco, bajo las siglas del Partido Socialista de Andalucía (PSA), se hacía con el Gobierno de la ciudad al ganarle por un concejal a la potente UCD de entonces. Ese año comenzaría una etapa que no acabaría hasta 2003, 24 años después, cuando perdió, también por la mínima, ante el PSOE.

Obtuvo el mismo número de concejales (nueve) pero un porcentaje menor de votos. Una derrota amarga que no defenestró al que bautizarían como el 'Inmatable'.

En 2003 se abría un segundo periodo, más convulso políticamente, donde tuvo que ceder cuota de poder y tejer alianzas para mantener su influencia dentro y fuera del Consistorio jerezano. De aquellos pactos, estos lodos porque en esa etapa se granjearía las enemistades que han resultado fundamentales en su final político y su ingreso en prisión.

Pacheco comenzó a ser vulnerable cuando tuvo que compartir el poder. Hasta entonces, su arma infalible estaba en las mayorías absolutas que le reforzaban en cada legislatura. Jerez renovaba cada cuatro años su confianza en un regidor de formas populistas, lenguaje desvergonzado, que tiene en su haber proyectos fundamentales para el desarrollo de la ciudad como el circuito de velocidad; pero en su contra haber institucionalizado la política del compadreo a nivel municipal.

Las amistades y los favores, por encima del interés general. Una filosofía que le está pasando ahora una costosa factura judicial.

Tras la derrota en las elecciones de 2003, Pacheco se resistía a convertirse en un concejal de oposición y cerró un pacto con la actual alcaldesa María José García-Pelayo (PP), enviando a la bancada sin responsabilidades a la ganadora de aquellos comicios, Pilar Sánchez (PSOE). Comenzaba a gestarse la animadversión entre la socialista y el exlíder andalucista que acabaría en los tribunales.

De las consecuencias de esa pugna tampoco se ha escapado la actual regidora García-Pelayo, investigada por la Audiencia Nacional en una pieza del 'caso Gürtel'.

De aquí a unos meses, la imagen de la vida política jerezana puede empeorar aún más. Existe margen para ello, aunque parezca increíble.

El choque de trenes

En la legislatura de los pactos, Pacheco se resistió como gato panza arriba a dejar su último reducto de poder: la Gerencia Municipal de Urbanismo, el destino de las partidas económicas más suculentas en el presupuesto de un ayuntamiento hasta que la burbuja inmobiliaria pinchó. Pero en 2003, quedaba lejos el 'crack' del ladrillo.

La cartera de Urbanismo se quedaba en manos del PSA (por entonces ya se había escindido del PA). Ése fue el precio que puso el astuto político al PP para que su candidata se convirtiera en la segunda alcaldesa de Jerez en democracia y la primera en sucederle.

Antes de que cumplieran los dos años como socios, en diciembre de 2004, García-Pelayo destituyó a su socio al frente del GMU. Aseguró a los periodistas que no quería romper el pacto de Gobierno y que mantenía la confianza en el resto de ediles del PSA, pero cortar con Pacheco era hacerlo con el resto de su partido.

Sólo discurrieron unos días, descontando el periodo de las vacaciones de Navidad, para que una moción de censura apartara a la alcaldesa popular y ésta fuera reemplazada por Pilar Sánchez.

Pedro Pacheco no dudaba en cambiar de aliado, siempre y cuando mantuviera el control en su cartera favorita de Gobierno.

Poco antes de las elecciones de 2007, Pilar Sánchez repetía la misma escena que su antecesora, destituyendo a su socio. Con ello conseguía distanciarse de un político que mostraba síntomas de agotamiento.

La jugada le salió bien a corto plazo. La socialista ganó con mayoría absoluta. Pero también se garantizó un peligroso rival, al que no le asusta recurrir a lo políticamente incorrecto. Por primera vez, Pacheco pasaba a la oposición sin poder en ninguna delegación municipal.

No dudó en sacar la atillería pesada y aplicar una estrategia muy ofensiva, hasta ridiculizar en ocasiones a su rival, refiriéndose a sus viajes al extranjero o preguntando por el 'bodyguard' en referencia a la pareja sentimental de Pilar Sánchez.

La exregidora acabó llevando a la Fiscalía Anticorrupción en 2008 documentación comprometedora sobre dos compañeros de partido que había colocado Pacheco en sendas empresas públicas y de los que no constaba que hicieran trabajo alguno.

Abrió así las puertas del Consistorio jerezano para que fuera investigado. Pacheco se revolvió denunciando a su exsocia y jurándole públicamente venganza, aunque con pésimos resultados. De tres causas judiciales que tiene Sánchez, sólo ha salido absuelta de la querella que le presentó Pacheco.

García-Pelayo también llevó a los tribunales la gestión de su antecesora en el cargo cuando obtuvo la mayoría en los comicios de 2011. El desvío de ayudas públicas que había ordenado Pilar Sánchez para pagar la nómina de los empleados municipales le ha costado dos años de cárcel.

La Justicia ha abierto en canal al quinto Consistorio más importante de Andalucía en número de habitantes a los que da servicio. Pero ese melón sólo se abrió cuando Pacheco perdió la 'omnipotencia' en el Ayuntamiento. De sus dos décadas de Gobierno en solitario, nadie sabe o ¿nadie supo?

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