El torero jerezano Rafael de Paula ha sido condenado por el Juzgado de lo Penal número 3 de Jerez por un presunto intento de agresión y amenazas al que fuera su abogado, en cuyo despacho se presentó el pasado 31 de octubre armado con una azada. El mítico matador ha sido condenado a seis meses de cárcel por una falta de daños y un delito de amenazas al que fuera su abogado. La pena será sustituida por el pago de una multa de 1.825 euros -a razón de cinco euros diarios durante un año- tras el acuerdo alcanzado en el juicio rápido celebrado ayer en el Juzgado de lo Penal número 3 de Jerez.
Por la falta de daños tendrá que hacer frente a una multa de 100 euros, a razón de cinco euros diarios durante 20 días. La magistrada le ha impuesto, además, una orden de alejamiento sobre el letrado denunciante, Manuel González Gamero, por espacio de dos años.
El fiscal pedía un año de prisión por una falta de daños, pena que ha sido desestimada. Por su parte, la acusación particular ha renunciado a solicitar cualquier cuantía económica y se ha adherido «íntegramente» a la petición de la Fiscalía, mientras que la defensa ha confirmado el abono de la cantidad fijada por los daños causados en la puerta del despacho del abogado que golpeó el torero. Cabe recordar que Rafael de Paula, de 74 años, quedó en libertad con cargos después de pasar una noche en los calabozos de la Comisaría de Jerez.
Tras ser detenido en el despacho del abogado Manuel González Gamero, donde supuestamente se presentó con una bolsa en la que portaba una azada y un puñal, además de un bastón, se resistió a ser arrestado.
El origen del intento de agresión se remonta, según el denunciante, a un «incidente» ocurrido días antes, cuando Rafael de Paula le pidió que presentara una denuncia contra la duquesa de Alba, Álvaro Domecq y Pedro Trapote, a lo que se negó tras advertirle que esa acción judicial «no tenía sentido».
En declaraciones a los periodistas a las puertas del juzgado, De Paula ha reconocido que se «arrepiente» y señala que «quizás» no debió «usar el cuchillo y una pequeña soleta para abrir la puerta» del despacho del que fuera su abogado.
Para concluir, el diestro ha añadido que «hay que saber comportarse a pesar de las malas tardes», añadiendo, sin ahondar más en lo ocurrido, que no era «agradable» tener que sentarse en el banquillo de los acusados.