El Supremo rechaza el último intento del presidente de cambiar el resultado electoral
Era la última embestida de Trump y los aliados que defienden que hubo un «fraude masivo» y «robo electoral», sin que hayan presentado pruebas consistentes
El Tribunal Supremo de EE.UU. dio este viernes la puntilla a los intentos de Donald Trump y sus aliados republicanos por dar la vuelta al resultado de la elección presidencial del pasado 3 de noviembre. Joe Biden se impuso por una diferencia de más de siete millones de votos.
El fiscal general de Texas, Ken Paxton -leal a Trump-, interpuso una demanda para que no contar el resultado de las urnas en cuatro estados decisivos en los que perdió el presidente: Georgia, Míchigan, Pensilvania y Wisconsin. Pedía que, en su lugar, las asambleas legislativas de cada estado -controladas por republicanos - eligieran a sus miembros del Colegio Electoral, los compromisarios que eligen al presidente de EE.UU.
Era la última embestida de Trump y los aliados que defienden que hubo un «fraude masivo» y « robo electoral », sin que hayan presentado pruebas consistentes. Antes de ello, hubo presiones a las autoridades de los estados decisivos para evitar la certificación de los resultados, intentos de que las asambleas legislativas estatales se salten la voluntad popular y manden por su cuenta a los electores que eligen a los presidentes y multitud de demandas. La justicia -incluidos varios tribunales supremos estatales- ha rechazado con insistencia estas acciones legales en medio centenar de casos. También el propio Supremo, esta misma semana, contra la intención de certificar los resultados en Pensilvania , que dieron ganador a Biden.
La demanda de Texas se convirtió en un ejercicio de lealtad al líder. Trump lleva días pidiendo « sabiduría y coraje » a los jueces y a los republicanos para que se sumaran a su ofensiva. La apoyaron los fiscales de 18 estados republicanos y 126 diputados republicanos de la Cámara de Representantes. Ayer, antes de la decisión del Supremo, Trump calificaba la demanda como «la grande» entre sus muchas ofensivas legales.
Mayoría conservadora
El Supremo la rechazó de un plumazo, con un escrito breve en el que simplemente dice que «Texas no ha demostrado un interés reconocible judicialmente en la forma en la que otro estado celebra sus elecciones». El alto tribunal tiene una mayoría conservadora, con tres jueces elegidos por presidentes demócratas frente a seis elegidos por presidentes republicanos. Tres de ellos fueron nominados por el propio Trump, el presidente que más jueces ha logrado poner el Supremo desde Richard Nixon . La consolidación de la mayoría conservadora en el alto tribunal es uno de los grandes legados que dejará Trump y quizá esperaba que eso le sirviera en su cruzada contra los resultados electorales.
«Creo que esto acabará en el Supremo», dijo Trump en septiembre sobre el resultado de la elección, en un momento en el que ya acusaba de fraude masivo por la presencia de mayor voto por correo. Era cuando acababa de fallecer la jueza Ruth Bader Ginsburg , bastión del sector demócrata, y se discutía si había que esperar hasta que hubiera un nuevo presidente para nominar a su sustituta. «Y creo quedes muy importante que tengamos nueve jueces», dijo entonces para defender un proceso de elección expedito que acabó con la confirmación de Amy Coney Barrett como jueza del Supremo pocos días antes de la cita con las urnas.
Pero ni Barrett ni los otros dos jueces nominados por Trump - Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh - se mostraron dispuestos a considerar la demandad de Texas, que para la mayoría de expertos legales -y los pocos republicanos díscolos con Trump- no tenía fundamento jurídico. Dos jueces conservadores, Samuel Alito y Clarence Thomas, se mostraron a favor de aceptar la demanda pero dejando claro que eso no significa que estuvieran a favor de las reclamaciones de Paxton.
Sin más opciones
Trump ha encajado derrotas abrumadoras en su intento por dar la vuelta a las elecciones. El máximo responsable de ciberseguridad del Departamento de Seguridad Nacional de su Gobierno, Christopher Krebs , aseguró que habían sido las elecciones «más seguras» de la historia del país (fue despedido poco después). William Barr, su fiscal general y uno de sus principales apoyos, tuvo que reconocer que el Departamento de Justicia no había encontrado ninguna evidencia de fraude masivo.
Ahora el Supremo no cambia lo que es evidente desde el recuento: Biden ganó las elecciones. Las opciones judiciales se esfuman para Trump, pero queda la fuerte erosión al sistema democrático de su intento, sin más base que salvar la cara y preparar su próxima aventura política , de dar la vuelta a la voluntad popular.
Poco después de conocerse la derrota judicial, el presidente del partido republicano en Texas, Allen West , deslizó la idea de la secesión. «Quizá los estados que siguen la ley deberían juntarse y formar una Unión que respete la Constitución», aseguró en un comunicado.
Según una encuesta reciente de Quinnipiac, el 77% de los votantes republicanos está convencido de que hubo fraude generalizado en las elecciones. Es muy posible que esto no cambie con la decisión del Supremo, porque todo apunta a que Trump no dejará de reclamar que la elección fue suya. Según «The Wall Street Journal», se plantea que el Departamento de Justicia nombre a un investigador especial sobre fraude electoral y las acusaciones a Hunter, el hijo de Biden que está investigado por una trama fiscal relacionada con China.
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