«He votado en contra porque quiero democracia»
Una visita a varios colegios electorales de Estambul muestra un país escindido
«Es muy difícil decir “sí” a una reforma como esta. He votado en contra porque quiero una democracia para mi país ». Aysenur, una joven trabajadora de una empresa exportadora, resumía así el sentir de casi la mitad de los turcos que votaron ayer «no».
En las calles de Estambul se podía palpar la polarización social que el resultado del referéndum ha demostrado con cifras concretas. Algo más de la mitad de la población adora al presidente Recep Tayyip Erdogan y, aproximadamente, la otra mitad lo odia.
«Claro que he votado “no”, aseguraba Mehmet, otro joven, en el mismo colegio electoral del barrio de Kurtulus, situado en un distrito gobernado por el socialdemócrata CHP (Partido Republicano del Pueblo), pero donde también hay votante conservador. « Erdogan solo quiere el poder, no le importa nada más », añade.
En la ciudad más grande de Turquía, donde viven 15 de los cerca de 80 millones de la población total, la jornada electoral se vivió con calma. Aunque la inseguridad de los ciudadanos no había desaparecido. Las purgas promovidas por el presidente , que han supuesto la detención de cerca de 97.000 personas, el ingreso en prisión de 48.000 y el despido o la suspensión de empleo de 134.000, propagan el miedo entre los opositores.
«Yo vivo en Kadiköy [distrito controlado por el CHP desde hace años], y allí es fácil decir que “no”. Pero aquí, donde vota mi novio, no es tan fácil», explica Aysenur desde el colegio electoral de Kurtulus. «Y también la presión en las redes sociales es muy grande . Yo le he dicho a mi novio que no se saque fotos votando, ni en el colegio electoral. Por si acaso».
La misma tranquilidad, pero mayor optimismo, se vivía en otra parte de la ciudad. En Fatih, un barrio situada en la península histórica de la vieja Constantinopla, el perfil del votante es mayoritariamente conservador. «¡Va a ganar el “sí” con el 80%!», gritaba un hombre sentado en una tetería junto a la gran mezquita de Fatih.
La motivación y las ganas de votar no faltaban. En un colegio electoral cercano un anciano que apenas podía andar era trasladado en volandas a través de las escaleras para poder llegar hasta las urnas. « Aquí han votado ya el 50% de los censados », aseguraba un responsable de mesa a las 12.30 de la tarde, antes de que se hubiera traspasado el ecuador de la jornada electoral. « Esperamos que acuda hasta el 80% por lo menos », preveía con mucho atino. La participación en todo el país ha superado el 84% de los más de 55 millones de turcos que estaban llamados a las urnas.
Un matrimonio que se acercaba a votar en Fatih explicaba sus razones para votar a favor de Erdogan. «Hasta ahora el presidente ha hecho muchas cosas buenas. Estoy convencido de que después del referéndum, en el que va a salir “sí”, Turquía será un país mucho mejor ».
Es una sensación compartida por todos los seguidores de Erdogan. «Si el voto del “sí” gana, estoy convencida de que el ambiente de polarización de Turquía descenderá», explicaba un día antes de la votación una miembro del islamista AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), cofundado por Erdogan.
No obstante, con un margen de victoria tan escaso, y dadas las pasiones tan a favor como en contra que levanta el presidente, las dudas sobre la convivencia social y política persisten . De hecho, incluso en un barrio tan ultraconservador como el de Fatih los visitantes podían encontrar personas que se inclinaban a votar «hayir», «no» en turco.
«Lo importante es que somos los turcos los que vamos a votar hoy», decía otro hombre de mediana edad en el mismo colegio electoral. «Ni Europa, ni Estados Unidos, ni nadie. Tanto si sale “sí” como el “no” será decisión nuestra. Eso es lo que más importante», aseguraba sosegado otro hombre en el mismo colegio electoral. Un año y medio de atentados terroristas, un fallido golpe de Estado y la represión gubernamental han provocado que comentarios como este, lejos de trincheras ideológicas, puedan incluso llegar a sorprender.
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